Antes de empezar a escribir sobre mi
padre he de aclarar, que el hecho de escribir sobre él, no quiere decir que el
resto de mi familia no sea importante para mí. Mi madre, mis hermanas, mis
tíos, mis primos. Simplemente que con mi padre he tenido una relación que más
adelante iré contando que me ha marcado muchísimo. De mi madre desde que tengo
uso de razón estaba pegado a ella todo el día, le decía: “mama yo no me casaré
con nadie, estaré toda la vida contigo” y es así, ella me enseñó muchísimas
cosas de las que sé, ahora caigo en la cuenta muchas veces de sus enseñanzas,
cuando le digo cosas a mi hijo “ Diego, mi madre me decía que había que ir
limpio al médico y con los calzoncillos nuevos”, jajaja, me sentaba a coser
botones mientras ella escuchaba la radio, o rezando rosarios para que no me
ocurriera algo, cuando ya era más mayor. Me dio cariño, apoyo, se escuchaba mis
canciones una y otra vez sin cansarse. Fue la que me educó a mí y a mis
hermanas, mi padre también, pero él estaba siempre trabajando para traer dinero
a casa. Trabajadora, cosiendo en casa, con manualidades para sacarse unos
dinerillos y tres hijos. En fin, muy orgulloso de tener una madre así.
Pero la relación con mi padre que
llegó ya de adulto ha sido y es muy muy especial.
Mi padre! Si tuviera que describirlo
con una palabra sería con su nombre. Sí, mi padre se llama Justo. Su madre, mi
abuela, era visionaria. Ese es mi padre, un hombre justo. Un hombre que se crio
en el campo. Aunque tenían casa en Alamillo, muchas épocas del año la pasaban
haciendo carbón en el campo. A los 7 añitos ya manejaba un hacha para cortar
las ramas más pequeñas de las encinas. Dormía en un chozo a la luz de un fuego.
Otras veces dormía al “raso” con las estrellas como techo. Aún no hace muchos
años le gustaba salir a dormir en Alamillo, en esas noches de calor
inaguantable, al corral en una hamaca viendo las estrellas.
No tenían casi nada. Suele contarnos
que desayunaba migas manchegas, comía migas y cenaba migas. Que cada día hacía
un montón de kilómetros andando con las mulas llenas de carga. No fue mucho al
colegio, había que trabajar. Pero se defiende con sus números muy bien hechos,
eso sí, y nunca le ha faltado nada a la hora de desarrollar sus distintos
trabajos. Hombre poco hablador, persona acostumbrada a todo. Nunca tiene frío ni calor, ni tiene
hambre, si hace, bien; si no, también. No necesita nada, se conforma con todo.
Amigo de sus amigos, pero sin demasiados aspavientos. Si le necesitas, allí está
él. Ahora, no lo busques en los barullos de gente, ni en grandes fiestas, ni
esperes que te haga un gran discurso. Es moderado, un poco reservado, siempre
mejor un paso detrás que uno delante, yo siempre le recuerdo sabiendo estar, en
cualquier situación. Antes era un poco duro, digamos que no se caracteriza por
tener una gran mano izquierda. Directo, cuantas veces no me ha dicho aquello
de: “ más vale una vez colorao que ciento amarillo”.
Pero una buena persona, no lo digo
por amor de padre, que también, lo digo porque lo he comprobado como os iré
relatando más adelante. Habla casi siempre con refranes. Tiene un refrán o un
dicho ante cualquier situación. Le preguntas: Papa, que pasa? Y te responde:
Pasará! O le preguntas sobre algún tema y le dices: “ Papa estás seguro? Y
contesta: “Seguro como el agua en una cesta”.
Mis compañeros de cole cuando veían
a mi padre, me decían que era muy serio y que imponía. Además tiene una
cicatriz en el ojo izquierdo que asusta. Se lo hizo de joven, un mulo que parece
que era un poco cabezota le dio una coz y a punto estuvo de matarlo. Salvó el
ojo pero se quedó con la cicatriz para toda la vida.
Tenía yo unos 18 0 19 años, mi
relación con él era un poco tensa. Yo quería hacer lo que me diera la gana y él
hacia su papel de padre y educador. En una reunión con mis amigos, alguien me
dijo que porqué no me acercaba más a mi padre. Lo pensé y decidí que aquella
semana que él trabajaba de turno de mañana en una empresa textil, me levantaría
y le prepararía el desayuno. Me levanté un par de días a las 5 de la mañana, le
preparaba la cafetera y unas galletas. Al tercer día mi padre me dijo que le
sabia mal que madrugase tanto, que normalmente él se tomaba el café al llegar a
la fábrica, tenía el cuerpo acostumbrado a eso. Sin decirme nada y para que no
me sintiese molesto, había estado desayunando dos días mi café y mis galletas.
Le hice caso y ya no me levanté más. Pero desde aquel día nuestra relación era
diferente. Más cercana.
Más adelante, me propuso entrar a
trabajar en la fábrica donde él trabajaba. Una empresa textil que trabajaba los
365 días del año, en tres turnos, mañana, tarde y noche. No es que me
entusiasmara la idea, pero fui a la entrevista y me cogieron, eso sí, no sin
antes hacerme una entrevista y decirme
que no salían de su asombro porque yo no sabía qué era la palabra, sibarita.
Recuerdo, los primeros días. Vestido
completamente de azul industria, botas de goma y una cartuchera con un cuchillo
de unos 30 centímetros y una súper tijera.
Estaba más perdido que Tarzán el día
de la madre. Todo lleno de motores, ruidos, fluorescentes, máquinas y máquinas
como si no hubiese un mañana. Mi trabajo era vigilar durante 8 horas que la
fibra, que nacía en un estanque de un producto químico, Tiocianato creo que se
llamaba, y que pasaba por diversos rodillos que estiraban aquellos hilos y los
pasaban por agua hirviendo, después los secaban y luego los cortaban a
distintas medidas. Me pusieron con un compañero para que aprendiese cómo hacer
mi trabajo…
Eran horas interminables. Si la cosa
iba bien era aburridísimo, pero como se liase la fibra en algún rodillo,
aquello era como la matanza de Texas, tenías que avisar a todos los compañeros
y deshacer el lío de la fibra sin parar las máquinas, todos con los cuchillos
en mano, chorreando de agua, cortando por allí, uniendo por allá, hasta que lo
conseguíamos. Cuando coincidía en el turno con mi padre, el intentaba estar
siempre ayudándome. Teníamos nuestras buenas charlas de los compañeros, de los
jefes, etc.
Un día que estábamos los dos
trabajando juntos limpiando unos filtros, faena ingrata donde las haya. Unos
compañeros nos llamaron la atención porque trabajábamos mucho, y de esa manera
los jefes iban a hacer trabajar mucho a todos. Nos miramos y seguimos trabajando
a nuestro ritmo. Cuando quisieron insistir, mi padre tuvo unas palabritas con
ellos y ahí quedó la cosa. Mi padre era una persona respetada en la empresa,
los jefes me hablaban muy bien de él, siempre puntual, muy responsable, muy
trabajador, de palabras justas. Tenía buenos compañeros, que yo creo que le
respetaban. Uno recuerdo que decía: tu padre es un hombre serio y de palabra,
no un bocazas, espero que te parezcas a él. La verdad es que tenía el listón
muy alto.
Pero estaba orgullosísimo de ser
hijo de Justo “el manchego”. No sé cuántos de vosotros habéis tenido la
oportunidad de trabajar con vuestro padre, pero para mí fue un lujo. Fueron dos
años y medio duros, trabajábamos domingos, S. Juan, cada semana cambiábamos de
turno, dormir de noche o trabajar de noche o de día o que se yo…el cuerpo lo
tenía un poco loco. Pero a él no recuerdo haberle oído quejarse jamás.
Mención especial eran nuestros
viajes desde casa a la fábrica o de la fábrica a casa. Íbamos en un coche nuevo
que se había comprado mi padre, un seat Ibiza 1500... lo bautizamos con el
nombre de “Milikito”, no sé porque, me parecía el coche más chulo del mundo,
rojo, nuevecito. Todo el camino discutíamos por dónde había que ir, qué carril
coger, la velocidad recomendable. Parecíamos un matrimonio. He de decir, que mi
padre se sacó el carnet de conducir tarde. Ya bastante mayor. No le gustaba
nada conducir. Se ponía nervioso. Lo hacía porque no le quedaba más remedio.
Utilizaba el coche para ir a trabajar, las vacaciones, para ir al campo o a la
playa…pero sin abusar. Si se podía ir andando, para qué coger el coche. Y meterse en Barcelona ni pensarlo! Con el
tiempo no tuvo más remedio pero ocasiones, las “justas”.
Después nos pusieron en turnos
diferentes y ya pocas veces volvimos a coincidir en el trabajo. Fue un tiempo
que recordaré siempre con mucho cariño. Me sentía como pollo en el nido,
protegido.
En casa cocinaba mi madre. Cocinaba
y cocina muy bien, platos del pueblo, pucheros, canelones (recuerdo chupando la
cuchara de madera con la que le daba vueltas a la bechamel de sus croquetas),
potajes de Semana Santa, pescado con”gachuelas”, migas de harina, pies de
cerdo, callos, cabezas de cordero los Sábados, los sesos con huevo, etc.
Mi padre era y es el de la tortilla
de patatas. Os prometo que hace una tortilla para ganar un campeonato mundial.
Le tendrían que dar el Nobel. El pisto manchego buenísimo y las migas de pan
con torreznos, pimientos, chorizos… Jolín! Me está entrando un hambre!
Tiene la paciencia del santo Job,
para hacer el pisto, es capaz de cortar en pequeñas porciones todos los
vegetales y dar vueltas y vueltas hasta conseguir que quede meloso. No tiene
prisa, el fuego más bien bajito. Dedicado a sus labores.
No era un padre de regañar mucho.
Ese papel lo hacía mi pobre madre que era la que lidiaba con nosotros todos los
días. Pero cuando se ponía serio, debido a alguna travesura o malas notas o lo
que fuese, sólo con verle la cara tan seria, me temblaban las canillas (piernas),
no necesitaba pegarnos, un mirada era efectiva.
Ahora que lo pienso, lo he visto
emocionarse algunas veces, pocas, pero llorar sólo lo recuerdo en el entierro
de su padre. Es una imagen como si fuese hoy. Mi abuelo murió en el pueblo y lo
enterraron allí. De camino al cementerio, con el cortejo y el ataúd, vi
caérsele algunas lágrimas. Yo me hinché a llorar, no sólo por la muerte de mi
abuelo, si no de verle la cara de pena a mi padre.
Ha ido pasando el tiempo y mi trato
con él cada vez ha sido mejor. Los recuerdos infinitos para poder plasmarlos
todos en unas hojas, sólo algunos que destacan por lo que sea, a veces sin
ninguna razón. Es así. En muchos momentos creo que él fue, junto a mi madre, el
que puso en mí la semillita de la música. “ Esos viajes interminables al pueblo
en coche” tardábamos 12 o 14 horas en recorrer los 900 km que hay entre
Cornellá y Alamillo. Por qué digo lo de la música? Todo el viaje íbamos
escuchando a Manolo escobar, alguna sevillana, Marifé de Triana y algún canto
de flamenco que a mi padre le gusta.
Ir de paseo por Alamillo con él, no
tiene precio. Es como ir con guía a la capilla Sixtina. Te explica, de quién
son las tierras, qué hacía en este o aquel trozo de tierra cuando era joven,
cómo se le llama a cada sierra, anécdotas y anécdotas, que aquí y sólo aquí se
le suelta la lengua.
Mi padre huele a eso. A campo, a
tomillo, a cardillos, a leña seca, a pureza, a encina. Lo veo siempre caminando
por esos campos y veo que es una parte más de ellos. Cuando paso con el coche y
veo casas abandonadas, campos sin cultivar, pienso en cuánto sudor, cuántos
sufrimientos no han pasado tantas personas y qué poco soy capaz de agradecerles
que sin ellos la vida no sería como la concebimos ahora. Hombres y mujeres que
han muerto luchando por los suyos con lo poco que tenían y a veces tan poco
reconocidos.
En esos paisajes veo a mi padre. Con
la yunta de mulas, con su hacha, con la hoz.
Y ahora lo veo en otra etapa. Cuando
se jubiló, mis hermanas, mi madre y yo pensamos que tanto trabajar y parar de
golpe podía ocasionarle una pequeña depresión. Qué equivocados estábamos.
Volvió a darnos otra lección de
supervivencia. Ha llevado fenomenal el no trabajar. Incluso en algún momento le
propuse que colaborase con mi empresa, de cobrador. Oferta que el rechazó
amablemente, diciéndome que ya había trabajado bastante.
Todos estos años los ha pasado
cuidando de mi madre que pasó una depresión, cogiendo las riendas de la casa,
eso sí guiado con los consejos de mi madre, y viviendo molestando lo menos
posible.
Va a comprar, compara precios,
cocina, ayuda a mi madre en las labores de la casa, con 82 años va a la piscina
un par de veces por semana, todas las tardes va al hogar del pensionista a
jugar al dominó, de mayor le ha dado por leer libros, algún tocho que ni yo soy
capaz de leer…en fin se ha amoldado a lo que va tocando por su edad.
Siempre ha tenido una salud a prueba
de bombas, mi madre siempre nos decía: es que a tu padre no le sienta nada mal,
todo le cae bien y es verdad. Le gusta todo, la primera vez que comió pizza no
le hizo mucha gracia, pero ahora lo que haga falta.
Tiene muchos platos favoritos, pero
para que veáis dónde está la sencillez, uno de los que más le gusta es: un
punado de arroz , con agua, un tomate , una cebolla y un ajo, todo hervido……y a
comer. ¡Qué hombre tan complicado!
Y ahora desde que nació Diego, es
abuelo. No tiene más nietos. No había visto sonreír tanto a mi padre en la
vida. Ve a su nieto y se le “alegran las pajarillas”, manera como llamamos en
el pueblo a los que se alegran al ver algo. Son famosos sus masajes en la
espalda a Diego, sus dinerillos para que se compre algo cuando después de Misa
se va a dar una vuelta con sus amigos. Mi padre siempre lo recuerda de pequeño
acostado sobre el pasto con pocos meses, en una excursión de las que os he
mencionado antes.
Por su nieto, lo he visto hacer
cosas que me asombran, pintarse, despeinarse, ponerse un casco de soldado y
jugar con él, llevárselo por las tardes a jugar a fútbol y baloncesto, eso si
con el consiguiente dolor de riñones y piernas de después.
Diego tiene una relación muy
especial con sus yayos. Y ellos con él.
Supongo que como todos los abuelos y
nietos.
Tenemos la suerte de que Diego
también tiene una sensibilidad muy especial, me explico: últimamente a mis
padres los regalos en sus días de cumpleaños o santo, van acompañados por
Diego. Ir juntos los tres, al cine, o a cenar, o a comer, o al Acuario. El caso
es que los tres pasen ratos juntos, donde no se sabe quién cuida de quién.
La última fue el cumpleaños de mi
padre. Los invitamos a ir al acuario de Barcelona y merienda en el Maremagnum.
Por la noche fuimos a buscar a Diego y al preguntar a mis padres qué tal lo
habían pasado, mi padre estaba sorprendido de la cantidad de peces, de colores.
Estaba alucinado. Cosa que no es de extrañar, en la mancha no tenemos grandes
mares. Pero la emoción de cómo lo explicaba y el buen rato que pasaron los
tres, eso si que nos dejó marcados a mis hermanas y a mí.
Quiero deciros que siempre he podido
contar con mis padres, siempre han estado ahí. En momentos más bajos míos, en
momentos más felices, siempre a mi lado y al de mis hermanas. Se podrán ir, el
día que Dios los llame, orgullosos de habernos criado, educado y querido. Ese
buen sabor de boca que te queda cuando has hecho lo que debías, lo mejor que
has sabido. Esa paz que te da, cuando miras algo a lo que has dedicado un
tiempo, un esfuerzo, una ilusión y lo ves acabado o que va por buen camino.
Gracias por todo mama!!
Gracias por todo papa!
Vuestro hijo que os quiere…..
Me ha encantado!!! Tienes un don para escribir papá. Sigue así
ResponderEliminarSerá amor de hijo ??
EliminarGracias. Un beso
Joer Miguel, que calladito te lo tenías... Resulta q tenemos un Shakespeare...
ResponderEliminarJajaja. No creo. Sólo sentir y transmitir
EliminarMuy bonito!!! Sigue adelante con esta tarea tan maravillosa!!! Un beso
ResponderEliminarGracias cariño. Tu do que eres maravillosa. Otro beso
EliminarJo tete que artón de llorar!!���� Me he emocionado...
ResponderEliminarComo recuerdo esos viajes Alamillo escuchando a Manolo Escobar ( el día que el papi falte no creo que sea capaz de escucharlo) es ahora y cuando lo oigo me emociono.
Esa toallita que la mama le ponía en la pierna para que se limpiara cuando les sudaba las manos de coger el volante. Nosotros tumbados en la parte de atrás...
Y que decir de como baila los pasodoblessss, en cualquier fiesta lo busco para bailar con él. Un padre inigualable!!!
Ye quiero mucho papi!
Y las visitas al Hospital de Niños con lasma y que siempre estaba puesta la película de "Sonrisas y lágrimas". Mis cumpleaños cuando me llevaba a merendar al CorteInglés de Diagonal....Te quiero!!
Dios los conserve muchos años más a mi lado.��
Montse, para mí de eso se trata. De disfrutar de los nuestros, de recordar sus cosas buenas, de vivir y sentir. De dar muchas gracias a Dios por lo que tenemos y pedirle mucho por los que no lo tienen. A sido muy bonito lo que has escrito. Que sentiremos pena y tristeza cuando ya no estemos juntos eso será inevitable. Pero la alegría de seguir su ejemplo y haber disfrutado todos estos años con él.
EliminarUna anotación: No sabía yo que te llevaba a merendar al Corte inglés. Qué morro!!! un beso
Y gracias por expresar sentimientos públicamente...Es muy sano
Para cuándo el próximo capítulo? Preciosas vivencias: gracias por compartirlas...
ResponderEliminarLo bonito será que leyendo las mías vosotros recordéis las vuestras. Muchísimas gracias
EliminarHe comenzado a leer estas magníficas cuartillas, trazos de una vida ...llena de esfuerzo, trabajo, sacrificio, ----gracias amigo mío por compartirlo... sabes que en esa mano...donde solo están los elegidos...estas tu ...un amigo Carlos R Valiente
ResponderEliminarCarlos, que alegría leerte en mi blog, me ha hecho mucha ilusión.Gracias por leerme. Gracias por tus palabras.Para mí significan mucho. Eres una de las mejores personas con las que me he tropezado. Estamos en empresas distintas pero como tú siempre dices, " por encima de todo están las personas" y tu lo demuestras con hechos,no con palabras. Un gran abrazo AMIGO
EliminarBueno, bueno, esto da gusto leérselo... A ver, tienes que aumentar la frecuencia.
ResponderEliminarAnda, no sabía que me seguíais, que ilusión!...No me quiero hacer pesado, que hay muchas cosas bonitas por ahí para leer..
EliminarAbrazos y besos
Como extraño a mi padre, lo poco que lo disfrute. Pero ese poco es un tesoro para mí. Gracias por compartir tu emociones
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