martes, 16 de mayo de 2017

UNA PARADA EN MI VIAJE


Después de unos escritos, viajando a mi interior, quiero hacer un pequeño alto en el viaje. Quiero y necesito reponer, repostar y volverme a llenar. Hasta ahora os he abierto mi corazón y mi alma y os he hablado de cosas muy importantes para mi, muy mias. Siempre ha estado mi yo, mis sentimientos, mis percepciones. Ahora estoy preparando una segunda etapa del viaje. Algunos de vosotros me comenta que va retrasado en la lectura de algún capítulo, otros que les gustaría volver a releerlos para sacarles todo el jugo. Mientras hacéis esto, yo preparo otras cosas. Quiero escribir sobre personas que he mencionado hasta ahora. Voy a hacer de periodista. Quiero publicar charlas con personas que me han aportado muchas cosas buenas y que quiero compartir con vosotros, desde su punto de vista.
A muchos de vosotros no os gusta publicar comentarios, pero me los hacéis a mí y son una pasada y no me gustaría que nadie se los perdiese. De una manera consentida o anónima es bonito compartir.
Esto me dará un poco más de faena, he de quedar con la persona, grabar lo que quiera decir y escribirla.
Aprovechad este tiempo y nos leemos no tardando mucho…

Gracias

sábado, 6 de mayo de 2017

                                            EL MOTOR QUE MUEVE MI VIDA

 En esta nueva hoja en blanco, quiero escribir, sobre otra cosa que para mí es muy íntimo. Yo no soy teólogo, ni filósofo, ni siquiera una persona con grandes estudios. Sólo alguien con una serie de pensamientos, sentimientos y deducciones, míos y sólo míos. Seguro que personas con más conocimientos pueden poner nombre a las cosas que explico. Yo no. He puesto por título a esta publicación el motor que mueve mi vida. Pilar, mi familia y mis amigos son los pilares que las sostienen, pero hay algo que me hace caminar hacia una meta final. Como ya os he comentado, vengo de una familia profundamente cristiana, católica más concretamente. He mamado la fe desde que tengo uso de razón. Mi familia, sin ser radical en sus pensamientos, es bastante firme en el seguimiento de la fe. Desde siempre, Dios ha estado en medio de todo lo que me ha rodeado. Con una naturalidad increíble, mi familia ha sabido inculcarme, prepararme y formarme en esa fe. Y eso os quiero transmitir, mi forma de vivir, sentir y experimentar mi relación con Dios. Vuelvo a repetir, que me va a costar, es una relación muy íntima y especial para mí, pero creo que os merecéis que abra mi corazón, dada la paciencia con que leéis lo que escribo, y en agradecimiento a ese tiempo que me dedicáis. Explicarle a alguien quién es Dios, no es fácil; esto no pretende ser una catequesis de pregunta-respuesta. Yo os explico quién es para mí: Dios es mi Padre. Así lo siento y así lo creo. Es ese ser al que le puedo abrir mi corazón de par en par, sin miedo, sabiendo que me quiere tal como soy, soy su hijo. Yo pienso en Diego y, aunque tiene sus cosas, lo quiero con toda mi alma. Ese es Dios conmigo, yo tengo mis cosas, pero que creo firmemente que soy querido por él. Envió a su Hijo para que muriese por mí. ¡¡Imaginad si me quiere!! Para mí, Dios es un Padre que me quiere de una forma que cuesta comprender. Nosotros todo lo queremos pasar a través de nuestra mente, creemos que Dios piensa a nuestra manera, que es un dios al que pedimos algo y, ¡zas!, se cumple, como si fuese un mago. Y cuando no se cumple, decimos que o no existe o no me escucha. Pero es que Dios es otra cosa, la diferencia es bestial. Este Amor tan puro, tan poco convencional, nos inquieta. No lo podemos catalogar, o encerrar en un adjetivo único, porque es el AMOR por amor, el que nada espera, el que siempre perdona, el que ama a todos, sin condición. Esta certeza llena mi existencia y toda mi vida. A través de las enseñanzas de Cristo intento hacer lo que Dios quiere de mí, amar, ayudar, hacer felices a los demás, poner lo que tengo al servicio de las personas que me rodean porque para eso las tengo, para eso me las dió. A Dios lo llevo en mi corazón, independientemente de cómo me va en la vida. Le rezo, le pido, porque así nos dijo que lo hiciéramos. Pero ¡pobre de mí! Yo, cuando le pido, no sé lo que más me conviene. A veces pido por una cosa, convencido de que es lo mejor para mí y luego pasa otra, ¿qué sé yo lo que más conviene? Muchas veces me mueven intereses, egoísmos, quiero que las cosas sean como yo digo, que sean según mi opinión, intereses, … ¡Qué difícil se lo ponemos a Dios! Somos tan orgullosos que llegamos hasta a enfrentarnos con nuestra familia, amigos o compañeros. Los hombres inventamos armas para matarnos los unos a los otros, detrás de ocultos, o no tanto, intereses, y entonces nos preguntamos cómo existe un Dios que permite todo esto. Esta es nuestra obra, pero nos queremos justificar responsabilizando a Dios. Dejamos que haya personas que se mueren de hambre y de sed, mientras nosotros comemos en exceso y seguimos diciendo que cómo permite Dios que haya niños que se mueren de hambre. Vuelvo a decirlo: es nuestra obra, no la de Dios; no podemos echar balones fuera: que lo arregle el Vaticano con todas sus riquezas, o el gobierno...Siempre los demás. Ahora quiero bajar al terreno, me voy a poner las chirucas y la mochila para caminar hacia dentro de mí. Yo no quiero ir repartiendo ni culpas ni tareas por ahí, quiero empezar yo. Aunque es cierto que intento llevar una vida austera y mirando a mi alrededor, hago muchas cositas que no favorecen en nada el cambio a un mundo mejor. Porque esa es mi tarea, recordáis: devolverle a la vida lo que ella me ha dado, esa frase me la dice muy a menudo un gran amigo, pero sobre todo una persona con una gran sabiduría, Samu. Yo me he hecho miles de veces la pregunta, cuya respuesta es fastidiada: ¿PARA QUÉ VIVO? ¿QUÉ PINTO YO AQUÍ? ¿Os lo habéis preguntado alguna vez? Cada uno de nosotros daremos una respuesta. Pero si cada una de las personas se hiciese esa pregunta más a menudo, creo firmemente que muchas cosas cambiarían.

 EL “DIOS CONSUMISMO”:

Yo no quiero vivir para consumir. Pero ciertamente paso mucho tiempo de mi vida consumiendo cosas: comida, ropa, viajes, libros, aparatos digitales, etc. No acabaría de enumerar y mi apetito de consumo no se para nunca: cuanto más consumo, más hambre de cosas tengo. Me veo como un ratón dentro de su ruedecita dando y dando vueltas sin encontrar el final. Y alrededor de esto hemos montado una sociedad vacía, que utiliza cosas y cosas sin saber muy bien para qué, con el único argumento de “disfrutar la vida, que es lo que nos vamos a llevar”. Y yo me pregunto si cuando me muera me voy a beneficiar de algo de todo lo que supuestamente me lleve. Yo me quiero bajar de esa rueda. La primera razón y la más importante, es que creo que hay otra vida. Yo creo que todo no se acaba aquí. Sin ánimo de dar razones filosóficas, os digo que creo en la vida eterna. Creo en un cielo, no como me explicaban de pequeño, creo en el cielo que es la felicidad eterna de vivir junto a mi Creador y mi Padre. Del mismo modo que creo que el infierno (que no es un sitio en el que hay un señor con cola y cuernos) es la ausencia de Dios, cosa a la que en muchos momentos esta sociedad se parece bastante. ¡Cuántos intereses económicos hay detrás de tantas cosas diarias! ¡Cuántas personas sin escrúpulos ideando cosas a las que mantenernos enganchados, para su beneficio económico, importándoles un pito lo que sucede a los demás! Vamos a pararnos y a hacer el ejercicio de pensar con la mente abierta, sin dejarnos llevar por modas ni por spots publicitarios. De verdad ¿es necesario gastarse 500 euros en un teléfono móvil, por muchas que sean las aplicaciones megahiper chulas, aunque lo podamos pagar en cómodas mensualidades a 0% de interés? Es necesaria una tele de 2.500 € pantalla de cine con sonido envolvente y no sé cuántos megapixeles, y al mismo tiempo abonarme a una compañía que me promete películas y futbol y dibujos animados las 24 horas del día? Nos metemos en la rueda de los grandes pisos y casas, los buenos coches, plazas de parking,... Total, como nos prestan el dinero a bajos intereses...Y ¿ESTA ES LA VIDA QUE QUEREMOS?. La familia mientras tanto dividida y agobiada de trabajo para llevar a casa dos sueldos para poder pagar todas estas cosas. Trabajamos mucho para tener cosas que se supone que nos hacen felices y, sin embargo, tenemos que hacer yoga, spa y visitar terapeutas para relajarme del stress diario que me supone trabajar mucho para tener dinero para todo esto. Un mundo de locos. Yo no estoy en contra de la tecnología, ni de consumir con moderación y cabeza, o de tener un sitio dónde vivir o un coche. Pero todo ese esfuerzo que dedicamos a comprar y gastar lo podríamos usar como tiempo para nosotros mismos y nuestra familia. El problema es que tenemos miedo de quedarnos atrás, por no tener aún esto o aquello? Es un sano ejercicio pararse y decir basta: quiero controlar mi vida, y voy a utilizar mi tiempo, mis esfuerzos y mi dinero en crecer yo, en hacer crecer a mi familia y a los que me rodean. Pero para eso es necesario PENSAR,PENSAR Y PENSAR.

 EL INDIVIDUALISMO Y EL ENFRENTAMIENTO
 Otra cosa que se ha conseguido en la sociedad actual es que impere el individualismo. Importo yo y los míos. Los demás, que se espabilen. Recuerdo cómo me contaban mis padres cuántas veces se ayudaban unas familias a otras. Nosotros mismos, cuando éramos pequeños, nos quedamos alguna vez al cuidado de algún vecino. Mi padre después de marchar del pueblo encontró trabajo gracias a un paisano suyo. Yo mismo he pasado etapas malas y siempre he tenido a algún familiar o amigo dispuesto a ayudarme. Pero lo que ahora nos gusta más es clasificar, catalogar y dividir a las personas. Nos dividen entre los de derechas y los de izquierdas, los fachas y los no fachas. Los beatos y los ateos...no acabaríamos nunca. Que todo el mundo sepa de qué bando eres, de qué partido político vienes, de qué equipo de fútbol, etc…, hasta llegar a agredirse unos a otros. Pues bien yo no quiero que me clasifiquen. ¿Por qué no puedo pensar que los unos y los otros tienen más cosas que unen que desunen? ¿Por qué no puede haber cosas en la política de derechas y en las de izquierdas que sean buenas? ¿No puedo decir que el equipo de fútbol que se supone mi contrario, juega bien o hace aquello bueno? Soy católico, apostólico y romano, creo en la unidad de todos los cristianos, en el respeto y cuidado de otras religiones y otras creencias que tengan como fin amar y ayudar a los demás, en la admiración hacia personas individuales que dan su tiempo, su dinero para ayudar a otros, sin ningún tipo de siglas ni bajo el manto de nadie. Quiero ver por encima de todo a personas que hacen el bien. Creo que tenemos que hablar más e imponer menos. Creo que nos sobra orgullo y violencia y nos falta más humildad y SABER ESCUCHAR. Preferiría menos “jueces”, dedicados continuamente a juzgar a otros, y más “abogados defensores”. Yo, como ya sabéis, quiero ayudar más a otros. Así que ya sabéis, si me necesitáis, contad conmigo. Antes de acabar este apartado no puedo sino tener la esperanza de que podemos hacerlo. Somos, por ejemplo, el país con más donantes de órganos. También la familia en España todavía está muy arraigada, gracias a Dios, porque en esta última crisis económica esto se ha notado: cómo los abuelos ayudaban con sus pensiones a todo el resto de familia en paro. Yo, personalmente, creo en la gente y rezo cada día por la unión de las familias, de las personas. Basta ya de que nos enfrenten! Mientras, yo sigo mi camino, que es el de las enseñanzas de Jesús. Amar, amar y amar, y dar la “vida” por las personas que pasan a mi lado. Dar la vida, no literalmente, pero sí dando un poco de mí a cada una de ellas. Me gusta seguir a este papa Francisco, que tanto me aporta, cuando habla de misericordia, de perdonar, de volver a construir. Sé que puede parecer un poco iluso, pero yo lo haré en la medida que pueda. ¿Y TÚ? Creáis o no, practiquéis o no, penséis como penséis, quiero que sepáis que yo rezo cada día por vosotros, pongo velitas y os dedico un pensamiento cada día.
 Un abrazo fuerte

viernes, 28 de abril de 2017

LA FAMILIA UN GRAN APOYO

Voy a hablaros de algo que es importantísimo en la vida de cualquier persona, la familia. Ya os he hablado de mi familia más cercana, mi mujer y mi hijo, ésta es la familia que mi mujer y yo escogimos. Y la vamos formando a nuestra manera, con nuestros gustos, manías y demás virtudes y defectos, intentando que sea una gran escuela para los tres, teniendo clarísimo que la familia te marca mucho en la vida, así que mejor que te marque para bien. Ya he escrito que, desde que nos casamos y nació Diego, hemos luchado porque nuestra familia fuese NUESTRA, ni mejor ni peor que otras, pero con la meta clara que en la medida que podamos, lo hilos los movemos nosotros, la música y la letra de la canción son nuestras, no hacemos versiones de otros. Evidentemente, como en la música, te atraen estilos variados, te fijas en otras familias, aceptas consejos, aprendes, pero queremos ser auténticos​ en lo que hacemos.
Somos una familia que quiere tener como sello de identidad la sencillez y la humildad. Como ya he explicado, tenemos de patrona de familia a Sta. Teresa de Lisieux, en ella nos inspiramos muchas veces, leyendo su libro “Historia de un alma”. Para vivir esta vida no se necesitan grandes cosas, pero sí grandes momentos: el restaurante donde comes puede ser importante, pero lo es mucho más con quién compartes tu comida; el paisaje que estás viendo puede ser precioso, pero la compañía de alguien agradable lo enriquece. Yo no cambio por nada un buen rato con amigos, un beso de mi mujer, un abrazo de mi hijo, un ratito de meditación en una iglesia, una siesta el fin de semana que estoy cansado, un día en la playa, un buen libro, un pedazo de queso y una copita de vino blanco, un paseo por el campo, un juego con mi perro Blinki, un día con toda mi familia….Todo esto es baratísimo, es sencillo, pero muy grande a la vez. De eso hablo, de cuidar mucho esos pequeños detalles en nuestra familia y un poco menos la fachada, lo exterior. No visto a la última, no soy “marquista”, no tengo las ultimas novedades en tecnología, ni el mejor coche ni la mejor casa, me gusta en su justa medida el orden y la limpieza, pero no soy un maniático, etc. Pero la familia me la tomo super en serio. Hace mucho tiempo aprendí que las personas deberíamos  tener como un termómetro que marcase las cosas importantes de nuestra vida. Yo tengo el mío, donde marco mis prioridades. En él, mi familia junto con Dios son lo primero, y todo eso influye en mis decisiones. Creo que no se trata de dar a mi mujer y a mi hijo el tiempo que me queda después de haber hecho mis cosas, sino darles una parte importante de mi tiempo a ellos y otra a mis cosas. Eso me ha costado no pocas discusiones con mucha gente: primero has de hacer lo que te gusta, vivir tu vida,...
Yo, que no quiero dar lecciones a nadie pero sí exponer claro lo que pienso, lo hago de otra forma. Tengo muchas cosas con las que me  siento realizado en familia; y también tengo momentos para estar solo, para practicar kárate, para dedicarme a mí, a todo lo que también es necesario para mí. En casa hay un principio que nos recordamos mucho y es que funcionamos como un conjunto, no tres individualidades, como una mano en la que todos los dedos son necesarios y, cuando alguno no hace bien su función, la mano se resiente. Mi trabajo como comercial, no es un trabajo demasiado duro físicamente, pero exige muchas horas de atención al cliente al teléfono, al ordenador, no hay horarios, surgen muchos imprevistos. Pero no dejo que me quite todo el tiempo. Ya sé que a los jefes les gustaría que estuviese todo el día enganchado al trabajo, pero hay que saber decir basta o poder compaginarlo con la atención a la familia. Muchas veces he llevado a mi familia conmigo para repartir productos a algún cliente en horarios o días intempestivos: “Chicos vamos a llevar nata a tal pastelería y de paso que vamos juntos en el coche, merendamos allí”; “Me ha salido una urgencia el sábado por la mañana, un cliente mío se ha quedado sin mozzarella. Nos vamos todos a ese pueblo a llevarla, y de paso vemos juntos el pueblo y comemos allí o paseamos”. Estamos juntos, es cierto que mi trabajo me permite hacerlo, y no es el caso de todo el mundo.
Pilar trabaja esporádicamente fuera de casa, como miembro de tribunales de la UNIR, aunque normalmente trabaja en casa. Ha rechazado algún que otro trabajo porque cuando se hacen números a veces nos sale más  a cuenta trabajar en casa que salir fuera. ¡Te ganarás muy bien la vida, diréis, para poder vivir con un solo sueldo y las ayudas esporádicas de Pilar! Es verdad que si tienes un sueldo mileurista no queda otra que trabajar los dos. Pero sin ganar ningún sueldo del otro mundo hemos sido capaces de sacar adelante una familia. El truco está en establecer PRIORIDADES, así funciona nuestra casa. Ya expliqué en otro capítulo que hemos vivido años con 800 euros al mes una vez pagado el alquiler, y de aquí había que descontar todos los recibos de los gastos de una casa, los gastos de la escuela, los gastos del coche, ropa,... Después, con lo que nos quedaba, a menudo salíamos al campo y a la playa con nuestras bebidas y bocatas o alguna comida rica de Pilar, y pasábamos el día juntos jugando, paseando y disfrutando, que eso es lo importante.
Me centro otra vez, que me voy. Cuando llego a casa la mayoría de las cosas ya están hechas, Pilar trabaja como una leona, lo mismo arregla un grifo, o plancha una camisa, que le explica un problema de matemáticas a Diego. Yo intento también hacer mi parte, me gusta cocinar para ellos, explicarles las cosas del día a día, salir a pasear por los alrededores en el campo. Tenemos ratos para estar cada uno con lo que tiene que hacer o con lo que le gusta hacer.  Y al final del día volvemos a estar juntos para cenar y descansar un ratito antes de dormir. Es nuestro momento, charlamos sobre nuestras cosas, vemos un programa de la tele o una película que nos guste a los tres, lo que sea, pero juntos.
Me puede surgir algún asunto extra, por ejemplo, un seminario de kárate, o una reunión en la parroquia o alguna celebración con algún amigo, etc. Entonces, antes de decidir, miro cómo hemos llevado la semana en la familia, lo consulto y decido. Tengo la suerte que jamás mi mujer me ha puesto una mala cara si tengo que ocupar algo más de tiempo para mí, porque sabe que siempre hay un motivo suficientemente importante o porque ya ha sido una semana bastante plena en familia y nos podemos permitir mi ausencia. Si no se cumplen al menos una de estas dos condiciones, simplemente digo que no, que es algo muy sano. Esto me puede traer​ alguna discusión con unos u otros; pero es que yo soy así, me gustan muchas cosas, pero tengo claro el orden de mis prioridades. Podéis preguntar a mi hijo si es feliz sin grandes cosas materiales que vemos que son imprescindibles para los chicos de su edad: ni tiene móvil propio, ni le damos ni quiere paga, y con el dinero y las cosas que  tiene le pedimos que sea responsable, que cuide de lo que es suyo y de lo que es común a todos.  Eso sí, con 15 años sigue compartiendo con nosotros mucho tiempo, aunque es cierto que cada vez va necesitando más espacio para sus amigos y compañeros y para sus hobbies. Mi casa es un taller donde todos aprendemos el oficio de ser familia. Es la mejor escuela que existe, aunque suspendas, te puedes presentar muchas veces, puedes pasar rachas buenas y malas, estar más aplicado o menos.
Lo que Pilar y yo hemos vivido en nuestras casas, lo reflejamos en la nuestra, potenciando lo que nos gustaba y rectificando lo que no nos gustaba tanto. Quizás es bueno que conozcáis a nuestras respectivas familias para entender un poco lo que digo.
LA FAMILIA DE PILAR:
Escribo de lo que conozco de ella, de la percepción que yo tengo y de mi propia experiencia. Son 8 hermanos. Sus padres son dos grandísimas personas, Emilio y Carmen. Dos cabezas privilegiadas con una voluntad de hierro. Son del año 31 y 36, han trabajado mucho para sacar adelante una familia tan grande. Imaginaos, son sencillos y con muchas ganas de hacer las cosas bien, de tener a Jesús en medio de su hogar. En su casa de Málaga hay paz, se respira cultura, hay muchos libros y, lo que es más importante, se los han leído todos, son buenos cristianos. Me cuentan que vivían todos en un solo piso de 3 habitaciones y un baño. Con el tiempo se compraron otro piso y los unieron. Todos los hermanos han hecho estudios superiores, entre becas y matrículas de honor. Mi suegro trabajaba en un banco, primero viajando por pueblos y después en una sucursal en un puesto intermedio, no era un sueldo demasiado grande, pero daba para todo lo que se necesitaba sin grandes lujos. Con 50 años, cuando Pilar se matriculó en la Universidad, mi suegro también se matriculó y consiguió su licenciatura en Geografía e Historia.  Y mi suegra es una persona súper trabajadora, sencilla, una gran conversadora, me encanta cuando me cuenta cosas. Cuando le preguntaba cómo se saca adelante una familia tan grande, siempre me contesta con esta frase: “no sabes lo que estira el pellejo”. Es una familia muy unida, que han viajado mucho juntos, a todos sitios con la comida de casa, que saben coser y se hacen la ropa. Como hace muchos años decidieron no volver a comprar un televisor, ese tiempo lo empleaban en multitud de cosas, trabajos manuales, música, cocina, costura, lectura, hablar. Todos ayudaban en casa, chicos y chicas, hacían muchas actividades juntos. Cuando crecieron,  cada uno  tomó un camino y ahora cada uno vive en una provincia de España e incluso una de sus hermanas vive en Ecuador, pero vuelven a Málaga en cuanto tienen unos días de vacaciones. Son un encanto, sencillos, valen para todo. Es un placer estar rodeado de esta gran familia. Recuerdo la primera toma de contacto que tuve con ellos. Yo era novio de Pilar, ella viajó de París a Valencia para la comunión de una sobrina suya y me propuso que yo bajase a Valencia para conocer a su hermano mayor, Emilio. Y así lo hice. Cogí el coche e hice el viaje, con la cosa de no saber qué me encontraría. Su hermano era comandante del Ejército del Aire, piloto que se había pasado a la aviación civil, ¿sería muy serio o muy recto? me iba preguntando yo. Cuando llegué allí, fui recibido por los 5 sobrinos, a cual más encantador, y por los que ahora son mis cuñados. Me trataron con exquisitez, me sentí como en mi casa. De la comida que fue una pasada (todo muy rico y muy práctico al estilo de mi cuñada Mariví), lo que me llamó la atención fue la conversación, que era de un nivel cultural increíble: mis sobrinos hablaban con su padre sobre los homínidos. Yo no me atreví a entrar en la conversación, por si metía la pata, pero estuve atento a lo que hablaban. Me sentía muy a gusto en medio de aquella familia en la que todos eran como Google con patas, pero con muchisima sencillez. Me hacen sentir como en casa, en un concurso de hospitalidad y de cariño seguro que les daban el máximo premio. Y mis sobrinos son personas a las que vale la pena conocer, cada uno distinto, pero todos con un denominador común, un corazón y una cabeza privilegiadas. Me siento orgulloso de ser su tío. Quizás hablo mucho de ellos, pero es que son ellos con los que más contacto he tenido al vivir más cerca.
Pilar también tiene un hermano que antes vivía en Cataluña, Rafa  y mi cuñada Cristina y mis dos sobrinos, luego vinieron otros dos más. Ellos son también un encanto. Rafa es pediatra, una persona culta, pero que no presume de nada, siempre está dispuesto a  escuchar. Tiene un humor limpio y ácido, que ha hecho que pasemos muy buenos momentos. Él es el padrino de Diego. Nos ayudó muchísimo cuando Diego era pequeño, no sabéis lo bien que va tener un pediatra con sentido común cerca. Ellos siempre son unos magníficos anfitriones. Son famosos los nísperos en almíbar de mi cuñada Cristina, y sus hijos son un encanto. Al poco de nacer Diego se marcharon a vivir fuera de Cataluña y  eso hace que ahora nos veamos menos.
Javier, es otro hermano de Pilar, para mí es la bondad hecha hombre. Tengo con él una complicidad increíble, es una persona siempre alegre, llena de vida, con una palabra buena y optimista para todo y para todos, de esas personas que se hace querer sí o sí. Él es profesor de educación infantil y gran conocedor de flora y fauna de donde viva, mi cuñada Chelo es su mejor complemento, y mis sobrinos, forman una familia que es una pasada. Siempre tienen alguna aventura que contar con diversos animales, culebras, tortugas, lagartijas y una gorriona que se encontraron, que ya es como de la familia, y se llama Susi...Son un panzón de reir.
Mª Carmen es otra hermana de Pilar, doctora en derecho, muy culta y que ha renunciado a todo por entregar su vida al servicio de Jesús, eso lo dice todo de su generosidad. Mª Victoria, otra hermana, la más joven, es química, profesora de secundaria, con ella hemos tenido unos cuantos ratitos de música, siempre que la veo le pregunto si se sabe alguna canción nueva, canta muy bien. Ella y mi cuñado Víctor también forman una maravillosa familia con mis sobrinitas y sobrinito bien pequeños.  Nos vemos poco, pero cuando coincidimos es como si no pasase el tiempo. A su hermana Inma, que vive en Ecuador, es a la que menos conozco, la he visto dos veces, en apariencia se parece mucho a Pilar y por lo que sé de ella sigue en la línea de los demás hermanos. Y me he dejado para la última a su hermana Asun, también profesora de secundaria, y la he dejado la última precisamente para seguir lo que dice Jesús, los últimos serán los primeros. Quizás nadie le reconozca nunca todo el bien que hace, ella tampoco lo querría. Cuida de mis suegros de una manera indescriptible, vive con ellos y además de su trabajo en su instituto, les dedica todo su tiempo. la tita “Sun”, como le llamaba Diego de pequeño, es de esas poquísimas personas que jamás hacen ruido, siempre un paso atrás si es para llamar la atención, pero no para ayudar, no dice nunca una palabra más alta que otra, es capaz de estar ayudándote a lo que sea y también de desaparecer sin hacer ni un ruido ni un aspaviento. Un corazón con patas. Sencilla como ella sola.
Son un gran apoyo y un gran espejo donde mirarme, sabios, pero humildes, unidos aunque alejados en la distancia. UNA GRAN FAMILIA.
MI OTRA FAMILIA:
La que no escogí, en ella nací. De mi padre y mi madre ya os he hablado largamente en otros capítulos. Somos 5, tengo dos hermanas, una por poco mayor que yo, y otra más pequeña y con distancia. Mª Ángeles es la mayor, soltera convencida, o eso creo yo, independiente, una persona dispuesta siempre a ayudar, cuánta gente no habrán pasado por la farmacia donde trabaja para pedirle ayuda y ella siempre dispuesta, aunque luego vaya agobiada por falta de tiempo. Es una persona muy profunda y poco conocida, si poco conocida, ella ayuda, tiene mucha intuición, pero no sé si los demás también están por ella, aunque creo que tiene muy buenos amigos, como no podría ser de otra manera. Los servicios secretos españoles se perdieron una gran espía, porque no hay manera de sacarle un comentario de nadie, menos aún si es negativo. Hablo de secreto profesional.
Hay situaciones en que amigos comunes me dicen: he pasado una rachita mala de enfermedades y ¿no te ha dicho nada tu hermana? PUES NO. También podría haber montado una empresa de limpieza, debajo de esa aparente fragilidad se esconde un nervio limpiando que te deja con la boca abierta. Os iba a hablar de sus dotes de cocinera, pero eso lo dejo para otro capítulo,...¡je, je!
Mi hermana pequeña es Montse. Un trozo de pan, podría haber sido embajadora, porque siempre está dispuesta a negociar y a hablar, no le gustan las peleas. Es muy sensible a todo, también es muy luchadora. La vida no le ha sido fácil,  yo siempre he creído que como a mí, mucha gente no la ha comprendido bien. Esa manía de uniformar a las personas hace que a algunas se vean condenadas a ser una persona que no son. Mi hermana es pura sencillez, pero a la vez buscadora de metas mejores, sincera sin herir y defensora de los suyos con mucha mano izquierda.
Ya veis, tres patas donde sostenerme, la familia donde nací, la familia que formé y la familia que me adoptó. En todas ellas un denominador común: unidad. Un ideal: Dios. Un estilo de hacer: Humildad y sencillez. Una misión: educar en el amor.
Ahora quizás se entienda un poco mejor lo que os explico. los méritos nunca son de uno sólo.
La familia es ese gran invento, que todo el mundo se empeña en destruir.
Las personas no se quieren casar, para mí esto es un gran mal. No quieren comprometerse con otra persona: “Yo no necesito firmar unos papeles para estar comprometido con esa persona”. Ah, ¿no? Pues si no tienes ninguna duda de tu compromiso, ¿por qué no firmas? ¿No firmas tu compromiso con el banco cuando firmas la hipoteca de tu casa, y te comprometes a pagar durante 30 años, obligándote a trabajar, a ahorrar, a ser serio en tus pagos para conseguir tener unos ladrillos de tu propiedad? Entonces, cuando se trata de firmar un papel donde te comprometes con la otra persona a ser fiel, a cuidarla en  la salud y en la enfermedad, ¿por qué no quieres firmar un papel? ¡¡¡FALTA DE COMPROMISO!!! Ese compromiso es el que pido a mi hijo con sus estudios. Es también el que muchos clientes míos me cuentan que no encuentran cuando buscan personas para trabajar que lleguen puntuales, que sean serias, que tengan una buena actitud. No me extraña. El colegio, las escuelas enseñan contenidos, pero la educación de las virtudes y el compromiso con las personas se aprenden en la familia. Pero muchos chicos lo que ven en casa es falta de compromiso que entre los padres, que cada uno va a lo suyo y que no luchan por estar unidos, que ante cualquier problema se recurre a la separación y se rehacen relaciones con otras personas. Hace un tiempo leía que estamos en la sociedad del usar y tirar. No reparamos cosas, reutilizamos poco. En vez de perdonarnos, de volver a empezar, de tener paciencia ante los defectos del otro, preferimos cambiar. Con la libertad que tenemos actualmente, yo me encuentro cada vez más gente infeliz. Tres parejas, hijos de unos y de otros, pasar de ser heterosexual a homosexual, drogas blandas y duras, curanderos, falsos profetas, falsas terapias que aprovechan la desesperanza humana. Y todo ¡por no tener claras las prioridades! No digo que las mías sean las mejores, pero a mí me han servido y a otras muchas personas que conozco también. No soy quién para decir el orden de prioridades, pero tengo claro que la familia es algo que debemos cuidar. Tres palabras que dice el papa Francisco para practicar en casa: POR FAVOR, GRACIAS Y PERDÓN.

Yo rezo por vuestras familias y por las mías……...

miércoles, 26 de abril de 2017

UNA REFLEXIÓN

Os pongo un poco al día. No podéis imaginar la de conversaciones súper chulas que estoy teniendo a raíz del blog. Estoy encantado. Que cantidad de sentimientos, recuerdos y sensaciones hacen mover unas simple palabras escritas.Unos capítulos gustaran o aportaran más y otros menos. Este es mi viaje y mi vida. Que nadie piense que intento dar lecciones de vida a nadie, pero si expongo claramente que hay otra forma de hacer las cosas. La mía. Que no es sólo mía, es la de mi familia, es la de mis amigos y la de tantos y tantos ejemplos que me dais y de los cuales aprendo. Gracias de verdad por todo lo que me estáis aportando este tiempo. Me quiero mostrar "desnudo" de sentimientos ante vosotros pero con la mirada limpia, muy limpia. Poder mirar a alguien a los ojos, sin pedirle nada, sin clasificarlo,sin juzgarlo..esa es mi meta, sólo ver personas. El otro día hablaba con uno de vosotros...si te descubres tanto hay gente que te puede hacer daño...puede ser..intentaré enfrentarme a ello con una sonrisa y una mirada limpia. Un favor ayudadme a conseguirlo.

viernes, 21 de abril de 2017

 VIAJAR A MI INTERIOR

Os invito a hacer un viaje para mí muy especial. Voy a verme por dentro, dentro de mi alma. No va ser un viaje fácil, seguro que hay carreteras buenas y malas, malas condiciones climatológicas, dudas de cuál es el camino, algún pinchazo, alguna avería….
Pero para entender muchas de las cosas que me pasan, hay que ponerlas en un contexto. De esa manera se entienden bien. Yo soy el que soy gracias a pedacitos de muuuchas cosas, de muchas personas, de muchos acontecimientos.
Voy a empezar por presentarme. Muchos de vosotros me conocéis, pero no está de más hacerlo para los que no me conocen tanto, y esforzarme para ello en volver al origen de las cosas.
Soy Miguel Ángel. Mi edad, 49 años, aunque eso no es importante. Soy el mediano de tres hermanos, dos chicas y yo. Físicamente, soy un hombre de complexión fuerte, con unos cuantos kilos de más, calvo, una estatura de 1,72 m, era de pelo castaño, jajaja, ojos marrón-pardos, algo moreno de piel,... No sé qué más contaros. Esa es la parte exterior que todos podéis ver. Ésa que a tanta gente le importa. No creo que encaje en ningún estereotipo de hoy en día. Por lo menos de los​ que nos quieren marcar los demás. Yo también tuve un tiempo en el que dedicaba más tiempo a mi exterior que a otras cosas. Para colmo, soy peluquero de profesión, con lo cual, durante unos años, me importaba más mi pelo, se me hace raro decir esto, que mi interior.
He sido presumido, me gustaba el vestir bien, el espejo era un entretenimiento más,  para tratar de que combinara lo que llevaba puesto. Por cierto, no os he dicho que tengo un defecto de visión distinto del daltonismo, por el que no distingo bien ciertos colores. Soy famoso  en mi casa por preguntar por mis pantalones marrones cuando en realidad son de otro color. Imaginaos si me interesaba estar conjuntado.
Mi madre de pequeño me llevaba como un pincel, me acostumbré a intentar ir casi perfecto en el vestir. No lo conseguía demasiado,  porque cuando Dios repartió cuerpos a mí me dió el que tengo. Pero oye, soy resultón.
También soy famoso en casa por manejarme muy mal con las cosas de cuidarme, por ejemplo, por las veces en que, en vez de crema para después del afeitado, me he puesto algún tipo de crema de mis hermanas o de mi mujer, o maquillaje efecto bronceado. Se empeñan en escribir las cosas en inglés o en un francés que no entiendo y claro… Una vez, sin darme cuenta,  me puse una con brillantina, menos mal que me avisaron antes de salir a la calle, si no imaginaos.
Siempre estaba muy pendiente de lo que los demás pensaran de mí. Sí, confieso que he vivido muchos años de mi vida preocupado por lo que los demás pensaran de mí, sobre la forma de vestir, de pensar, de vivir. He malgastado tiempo y tiempo en tratar ser alguien que no soy yo. Soy camaleónico, me adapto rápidamente al medio. La educación de antes era un poco así, ¿no?. Ser todo eso que los demás esperan de tí: tus padres, tu familia, tus profesores, las personas que te rodean y que te dicen qué has de hacer, cómo vestir, qué comer, dónde ir… Siempre me recuerdo examinándome sobre lo que hacía bien o mal. Siempre subiendo el listón porque pensaba que la gente no estaba contenta conmigo. He dejado muchas veces de ser feliz por el qué dirán, por hacer lo políticamente correcto.
Pero sintiendo como un freno que a veces me ahogaba. Esa eterna pregunta : ¿qué debo hacer?
Pero cómo dije en el prólogo, a mis casi 50 años quiero vivir el resto de la vida que Dios me dé de manera diferente. Quiero miraros a todos de manera diferente, quiero querer a las personas de manera diferente y eso es lo que os quiero explicar en las siguientes páginas.

Soy adulto, en muchísimas cosas puedo tomar decisiones, en otras tristemente tengo que ceder, no puedo ser como Don Quijote con los molinos de viento.
No quiero ser un borrego respecto a muchas cosas de esta sociedad. En adelante, quiero AMAR libremente a los demás sin condicionarme ni su físico, ni su idioma, ni su religión, ni su manera de pensar.  
Quiero hacer con mi vida lo que me dé la gana, siempre que con ello no haga el más mínimo daño a nadie. Como dice San Agustín: Ama y haz lo que quieras.
¿Que meteré la pata? Seguro. ¿Que me equivocaré? También. ¿Que tendré que rectificar cosas? segurísimo. Bien,  ¿y qué?
Nos pasamos la vida buscando la felicidad en cosas, y la tenemos muy cerca, la felicidad está​ en la actitud con la que uno afronta las cosas del día a día. Cuando he hablado con personas que me han dicho que son felices, todas ellas tienen un denominador común, son personas que se dan a los demás, que no tienen casi nada suyo, que lo material les importa un rábano. Personas que no están apegadas a las cosas. Utilizan los medios que tienen para su bien y el de los que les rodean.
Unos cuantos han conseguido que el ser humano se encierre en sí mismo, nos han dividido para que no hagamos piña. Se nos clasifica por clase social, por raza, por religión, por manera de pensar, si somos de derecha o de izquierda, si eres de un equipo de fútbol has de ser casi enemigo del otro… Nos han enseñado esa palabra que le gusta tanto a nuestra sociedad: LA COMPETENCIA. Desde pequeños nos educan para ser el más competente. El mejor de la clase, el que mejor notas saca, el que sabe tocar mejor el instrumento, el que sabe más idiomas. Vamos creciendo, y tenemos que ser el que mejor carrera u oficio tiene, el que gana más dinero, que tiene mejor reconocimiento público. Seguid pensando conmigo: el que tiene más chicas o chicos a su alrededor, o más amigos en las redes sociales, el que mejor cuerpo tiene, el que más viaja, a los mejores sitios y más barato que nadie. El caso es ser mejor que los demás, aunque para ello tenga que hipotecar mi vida y la de los próximos a mí. ¡Cuántos padres hartan de actividades extraescolares a sus hijos con la intención de hacerlos casi perfectos, con una preparación,... Con una preparación para la activitis, por la que la persona acumula y acumula conocimientos en un corto periodo de su vida, con el propósito de ser el mejor: mI niño habla inglés a los 5 años que ni los ingleses, o baila mejor que Sara Baras, o es Cristiano Ronaldo…. Sin darnos cuenta de que muchos niños lo hacen por nosotros, por no decepcionarnos. Pero  puede, y digo puede, que ellos lo que quieran sea pasar más rato con nosotros, haciendo cosas de familia, jugando...Pero la sociedad nos ha inculcado que hay que saber mucho, hay que saber hacer, HAY QUE SER COMPETENTE. La competencia entre las personas acaba por arrinconar al que consideramos más  débil, al que no encaja en el estereotipo que la sociedad marca. Me he sentido infeliz muchas veces por ésto.
SOBRE MI SOBREPESO
Cuando era un chaval, era un poco gordito y mi profesor de educación física pretendía que yo subiese por aquella cuerda a pulso. Mis brazos no podían con el resto de mi tronco, las risas eran generalizadas y mi profesor en vez de ayudar, con sus comentarios aún aumentaba la burla de los demás.
Debido a esta obsesiva competencia entre las personas, dejamos de lado a todos aquellos que consideramos que no encajan de nuestro entorno, por ejemplo las personas obesas. He pasado casi media vida intentando ser lo que los demás me pedían. Miguel Ángel, tienes que adelgazar, así no vas bien. Desde que me acuerdo, siempre he sido un niño, adolescente y adulto gordito. Antes esto era algo que tampoco me daba muchos problemas: alguna broma de mal gusto por los compañeros en el colegio; en el pueblo, las mujeres mayores que siempre te veían gordísimo y además te lo decían sin disimulos. Pero yo hacía mucho deporte y me encontraba perfectamente, así que iba tirando con esos  kilos de más. Pero poco a poco la sociedad ha ido radicalizándose más en cuanto a lo físico, y los comentarios sobre mi barriga, mi papada, mis kilos de más ya no son una simple burla de niños. Nadie se para a pensar que cuando le dices gordo a una persona, le puedes hacer mucho daño. A mí me lo han hecho muchas veces. Las personas que te quieren hacen ver que es por tu bien, y siempre que pueden, hacen esa broma o aquel comentario sobre tus kilos. En vez de aceptarte tal como eres y mirar en tu interior.
Me he pasado media vida entre nutricionistas, dietistas, entrenadores deportivos, todo por intentar ser otro. En ocasiones lo hacía también por salud, pero en mi fuero interno había unas ganas locas de agradar a los demás. Fue pasando el tiempo y empecé a aceptarme tal como soy. Eso sí, de vez en cuando entro en cólera al probarme unos pantalones que no me caben, y entonces me vuelvo a poner a dieta estricta. Con personas con las que he hablado, me explican la soledad que han sentido, a veces la incomprensión, el rechazo. ¡Ojo que no es broma la cantidad de dinero que mueve el culto al cuerpo: dietas, pastillas, entrenadores personales, psicólogos ayudando en las múltiples enfermedades como la bulimia, la anorexia,...
De un tiempo a esta parte yo he decidido hacerlo de otra forma. Intento cuidarme, comer lo más sano que puedo, hago ejercicio, Kárate, camino… Pero no me obsesiono. No voy al Primark, ni intento entrar en aquellos pantalones de cuando era joven, ni me fustigo.
SOBRE MI CALVICIE
Otra valla a saltar ha sido mi calvicie. No recuerdo exactamente cuándo, pero era jovencito cuando empecé a quedarme calvo. Entonces no era como ahora que te encuentras a una persona rapada o afeitada y no lo vemos raro. Las múltiples bromas, para qué contaros, todos con tupes y pelos largos y yo calvito. Mi madre la pobre, se preocupaba de mi falta de cabello y me compraba unas fórmulas magistrales que hacía el farmacéutico, el que con el tiempo llegó a ser mi tío: gotas por la noche, píldoras, etc… Total, para acabar quedándome calvo. No ha sido fácil asumirlo, os lo confieso, pero el tiempo hace que aprendas a sobrellevarlo.
No quiero ser alguien para los demás, si no alguien para mí. Pero os digo que en adelante, no le digamos a nadie calificativos sobre su físico. Acerquémonos a las personas con la mente abierta, sin rechazos de ningún tipo. Sin querer, con un broma, con un comentario, podemos hacer daño a las personas. Puede ser que nunca nos lo diga, pero para mí es triste pensar que por una gracieta mía una persona pueda sufrir. Y un sitio para empezar a practicar es en nuestras familias. No deberíamos permitir ni un sólo comentario sobre el físico de los demás. Ahora hablan del bulling, pero muchas veces eso empieza en nuestra propia casa. Por poner un ejemplo, cuando Diego jugaba al fútbol, pude oir comentarios de los padres a sus hijos como: “ no sé por qué el entrenador no te pone más tiempo y, sin embargo pone a aquel gordito que no tiene ni idea de jugar” o “ qué bien ha salido la actuación del cole, lástima de Pepita, qué patosa, se equivoca siempre”. Comentarios como éstos delante de los chavales hacen imposible que luego ellos respeten a sus compañeros. O también cuando nos oyen criticar a otros por su aspecto físico: “ese es un tripón, no veas como come”. Sólo hagamos el esfuerzo de no valorar a ninguna persona por su ASPECTO FÍSICO


SOBRE MI FOBIA A MI MISMO

Empiezo confesando que no me gusta salir en las fotos. Soy super crítico conmigo mismo. Me veo, feo,gordo,calvo….o mejor dicho me veía. No me aceptaba. Cada vez que hablaba en público, o después de un día con amigos, o de una celebración familiar, venía mi juicio. Con fiscal, defensor y juez implacable. Me examinaba todos y cada uno de mis movimientos, palabras y actos. ¡Qué pesada es esa carga! Era el eterno insatisfecho, y, lo cierto es que  no hacer las cosas con total libertad, te genera un sobrepeso, que produce  “agujetas mentales” durante mucho tiempo. Gracias a los buenos consejos de un amigo y a mi familia, poco a  poco esto se va superando. Hay gente que me dice que no sabía que yo pasaba por este proceso. Y cuando me paro a pensar, veo que no hay mucha gente que me pregunte cómo estoy. A menudo estamos rodeados de muchas personas, convivimos con ellas durante años, son amigos, familiares,... Pero NO LOS CONOCEMOS, presumimos de saber mucho acerca de cómo son los demás, incluso hacemos la pregunta de rigor: Qué tal, cómo estás?, el otro contesta: No me puedo quejar, y aquí paz y después gloria. Creo que seria bueno dedicar tiempo a los demás, crear el clima necesario para que las personas puedan abrir su corazón y expliquen cómo están o cómo se sienten. No se debe dar nada por sentado. En vez de decir después “no me lo podía imaginar, se le ve tan bien” es mejor saber preguntar “¿estás bien? Si me necesitas, cuenta conmigo .

SOBRE LOS GURUS, ENTRE ELLOS YO
Supongo que como todos, en la soledad del coche, o donde sea, yo pienso muchísimas veces sobre mi vida. Pero ahora veo que me he analizado mucho en lo demás!!. Me explico.
Siempre quiero agradar a todos en todo momento. Por otro lado, mucha gente de la que he estado rodeada, me ha dicho infinidad de veces lo que se espera de mí, lo que es correcto, para qué valgo yo, cuál debía ser mi camino. Hablo de profesores, amigos, sacerdotes, etc… Desde bien pequeños estamos rodeados de tanta gente que espera cosas de nosotros,que ven nuestro futuro con una clarividencia que asusta. Todo eso ha provocado en mí, sin que suene a excusa, infelicidad, por no llegar  a las metas que otros parecían esperar de mí.  Cuando era pequeño, mis notas no eran muy brillantes. Pero como en algunos tests psicotécnicos mis resultados eran excelentes, todos pensaban que yo podía llegar lejos, y, si no lo hacía era por ser un poco vago (palabras textuales de algún que otro profesor mío). ¿Dónde tenía que llegar? No se sabía bien, pero lejos. No sé si más lejos que ahora o menos. Yo era y soy una persona dispersa, con lo cual me resultaba, y aún es así, muy difícil concentrarme en una materia. Saqué el graduado escolar con calificación  BIEN alto. Me mandaron al instituto a estudiar, porque entonces el que iba a formación profesional era mal estudiante: ja,ja y ja, ¡qué mal entendida la educación! ¡Qué catástrofe! 1º de BUP se me hizo laaaargo, suspendí un montón de asignaturas. No iba preparado, no digo que el colegio no me preparase bien, pero suspendimos una gran parte de los que allí fuimos.
Me sentía un fracasado. Las burlas de mi profesora de matemáticas a mis malas notas, delante de toda la clase no ayudaban. Que mi profesor de Lengua castellana me suspendiera hasta septiembre, por el simple hecho de ser cristiano y en una charla decir que estaba en contra del aborto tampoco ayudó. Y si a eso le sumamos mi falta de interés, de esfuerzo y de saber dónde iba, se entiende el resto.
Repetí curso, me fue algo mejor, pero segundo de BUP ni lo acabé.
Entonces, una mente privilegiada, me dijo que yo tenía que haber cogido Formación Profesional, y así lo hice. Mis padres me matricularon para hacer electrónica, que parecía que me gustaba. ¡¡De nuevo fracaso total!! Sin excusas, no valía para eso.
Os digo de corazón que el sufrimiento era máximo. ¡Qué especie de inútil era! Me apuntaron a clases de repaso en un buen colegio, que le aconsejaron a mis padres. Muy serios, muy severos, todavía se podia recibir alguna que otra colleja de aquel profesor con pantalones mil rayas sucios, con olor a tabaco rancio, que fumaba como un carretero, encendía un cigarro detrás de otro en clase, con los dedos amarillos del tabaco, mal aspecto, pero de quien decían que era muy buen profesor, y no seré yo quien lo discuta. Ni por esas. Ni con repaso ni sin repaso. ¡Un fiasco!
Guardo de aquella época el recuerdo de mis paseos a la hora del bocadillo, solo por aquellos parques y jardines de alrededor. Me sentía triste, no sabía qué hacer con mi vida. Mi madre entonces habló con el peluquero de la esquina y entré a trabajar con él de aprendiz, lavaba cabezas y barría pelos como si no hubiese un mañana. Al curso siguiente me decidí a aprender  peluquería. Y me saqué el título con buena nota. Me gustaba mucho, cortaba bien el pelo a mujeres y hombres, era bastante bueno con las permanentes y el secador de mano, y me dieron el título también gracias a un recogido tipo Grace kelly que le hice a mi pobre hermana Montse, que tuvo que aguantar no sé cuantas horas de sesión de peluquería. Me sentía feliz, había conseguido algo por mi esfuerzo. Cuando quise buscar trabajo, no tuve mucho problema. Pero no me duró mucho la alegría. Trabajaba mucho y cobraba poco, me explotaban, como era el nuevo. Tampoco duré mucho.
Despues en resumen, trabajé en una empresa eléctrica, de la que me echaron por defender a mis compañeros de un tirano jefe que llevaba en su bolsillo un llavero con la cara de Franco y que nos obligaba a darle la mano al entrar y al salir, pagándonos una miseria y con unas broncas de película.
Después estuve en la fábrica de mi padre, y después comencé mi andadura de comercial. Eso lo dejo para otro día, o un libro….
Gracias a Dios, no me ha faltado el trabajo, me considero una persona trabajadora, pero no he cumplido nada de lo que se esperaba de mí. Todos lo visionarios se equivocaron, yo el primero. Me costó encontrar para qué sirvo, pero ahora lo sé. Quiero trabajar ayudando a los demás. Y, concretamente, ¿cómo?, pues con cualquier trabajo que me permita tener contacto con las personas y ofrecerles mis conocimientos, mis contactos, mi experiencia. La de comercial me permite mucho de eso. Tengo mucho contacto con personas, para mí fundamental, aprendo mucho de ellos y les intento ayudar en su negocio con lo que yo les puedo dar, a veces mucho y otras veces menos. Cada visita que hago a un cliente intento que sea un momento especial, y no sólo venderle algo para obtener un sueldo a final de mes; trato de dar un valor añadido, que sea una visita agradable, una sonrisa, un buen momento.

En eso estoy, intentado ser YO, con mis defectos y virtudes, pero YO, en esencia. No he ganado la guerra contra mi mismo, no creáis, pero voy ganando bastantes batallas. Me siento feliz…. Y voy a intentar con todas mis fuerzas y con la ayuda de Dios, ser un hombre más sincero consigo mismo, más amante de mi mismo. Me quiero querer más. Os parecerá un poco narcisista, nada más lejos de la realidad. El mandamiento de la ley de Dios dice ”Ama al prójimo como a tí mismo”. La caridad y el amor ha de empezar por uno mismo, pero siempre con la mente y el corazón puesto en proyectar ese amor hacía los demás. Os quiero dar lo que tengo, pero para eso he de estar lleno.. No sé si lo expreso bien. Pero si me váis conociendo a través de lo que escribo, acabaréis sabiendo lo que quiero decir.

viernes, 14 de abril de 2017

    BETANIA, MI SEGUNDA CASA
Voy a coger otro vuelo e ir a buscar mis raíces. Y una parte importantísima de mi vida es Betania. Para los que no lo conozcáis, Betania es un convento de monjas, Misioneras Hermanas de Betania. Tienen también un colegio a su cargo y, justo al lado, un pequeño convento. Un Oasis en medio de la ciudad.
Está rodeado de jardines, árboles y una representación de la gruta de la Virgen de Lourdes. Un remanso de paz, un silencio que sorprende, en medio de una gran ciudad como Cornellá.
Hace la friolera de 40 años, un día fuimos toda mi clase allí, a la Misa funeral del padre de un compañero. Era la primera vez que entraba allí. Una capilla pequeñita, pintada de blanco, apenas unos bancos y eso si mucha naturaleza.
Yo vengo de una familia católica y practicante. Todos los domingos íbamos juntos a Misa, en la parroquia Virgen del Pilar de Cornellá. Desde que llegamos a esta población, empezamos a ir allí, con el padre Francisco y el padre Esteban. Aquí hice mi catequesis de primera comunión y aquí recibí mi Sacramento. Fueron unos años muy bonitos, era una parroquia con mucho movimiento, el padre Esteban cuando acababa la Misa, salía y siempre cogía  gente para organizar cosas o los liaba para que se ocuparan de otras: limpieza, catequesis, castañadas, reunión de señoras…y un largo etcétera. Todo iba bien, hasta que el  padre Esteban marchó de misiones a Puerto Rico. Cuando volvió recuerdo una recogida de firmas para que no lo cambiasen de parroquia, pero al final lo destinaron a otra
No recuerdo muy bien el porqué, pero al poco tiempo dejamos de ir a esa iglesia y empezamos a ir a Misa a Betania.
Las monjas eran muy buenas, acogían a todos, como en el pasaje de la Biblia de Betania. Tenían un huerto grandísimo, donde plantaban de todo, tomates, judías verdes, lechugas, patatas, etc… Un gallinero donde tenían gallinas, gallos, conejos y patos. Cogían de todo para sus necesidades diarias y también vendían a tiendas cercanas para sacarse un dinerito que no les iba mal.
Tenían una pista de baloncesto de tierra, con dos canastas que a mí me parecían altísimas…
Aquí empezó mi andadura por esta casa. Íbamos unos amigos y yo a ayudar en las tareas del huerto con la hermana Esperancita, poníamos cañas, recogíamos lechugas…y lo más importante para nosotros: nos llevaba al comedor del convento y nos invitaba a unos canapés y unos refrescos…Nos sabían a gloria, además, lo más inquietante para nosotros era ver una puerta que ponía Claustro y por la que no entraba nadie que no fuesen las propias hermanas. Qué misterioso nos parecía todo. La merienda y las bebidas nos las daban a través de un torno, ese instrumento que da vueltas y comunica la cocina con el comedor….y no veíamos a nadie. Era una intriga tras otra. Cuando uno es pequeño, todo le parece grande. Aquelos pasillos iluminados sólo por una luz tenue. el sonido de las hermanas rezando vísperas. La hermana Mª Antonia tocando el órgano. A su vez la hermana Esperancita nos enseñó a hacer de monaguillos. Nos aprendimos todos los nombres de las cosas, el Cáliz, el Copón, el cíngulo, cuántas cosas nuevas y qué ilusión nos hacía.
Estábamos deseando que llegase el momento de ir allí. Qué bien lo pasábamos. Todo era nuevo para nosotros, todo bueno, las hermanas nos trataban con un afecto increíble, nos sentíamos importantes.
Aquí empezó mi andadura de monaguillo, los Domingos a las 12h, los Sábados a las 19,30h, no me importaba en cuántas Misas estaba, me sentía útil, me sentía tan bien con tan poco y con tan mucho…estaba siempre en el Altar, cerca de Jesús Eucaristía..
Todo no era tan..digamos….perfecto. también hacía alguna trastada. Nunca había probado ese vino que el sacerdote convertía en la sangre de Cristo. Que curiosidad saber a qué sabía. Una tarde mientras nos preparamos, para una misa y en un descuido de las hermanas, mis amigos y yo le dimos un sorbo al vino. Era dulce, muy agradable. nos quedamos con la sensación de probar el vino celestial. Como fue un sorbo no nos impidió hacer nuestras tareas.
En Betania, siempre ha habido sacerdotes muy buenos, yo recuerdo con muchísimo cariño al padre Jiménez, al padre Jordi y al padre Navarro.
Que sacerdotes más buenos, ojalá hubiese muchos como ellos, eran un ejemplo para cualquier persona que los conociesen.
El padre Jiménez era mi confesor y la persona que me guiaba, cuántas conversaciones con él, cuántos consejos…me dio muchos, pero hay uno que no he olvidado jamás. Le pregunté: Padre en caso de una discusión, en la que los dos tienen su razón y se enfadan por ello, quién tiene que ir primero a pedir perdón? Me contesto con ese cariño que le caracterizaba: “ NO IMPORTA QUIÉN TIENE MÁS RAZÓN. SI POR IMPONERLA HIERES A ALGUIEN, ES QUE NO HAS SABIDO TRANSMITIRLA BIEN. PIDE TÚ PERDÓN PRIMERO, COMO DECÍA  SAN AGUSTÍN: AMA Y HAZ LO QUE QUIERAS”.
Otro recuerdo es que siempre lo veía con su sotana remendada y sus zapatos envejecidos. las hermanas y algún feligrés le regalaba unos zapatos o le regalaban una sotana, era feliz con lo poco que tenía.
Cómo no voy a estar enamorado de Dios. He tenido a mi lado tanta y tanta gente buena, sencilla, tan espiritual que transmitían esa fe de una manera que es imposible no impregnarte de ella.
Recuerdo Semanas Santas, procesiones, Semanas Marianas del mes de Mayo con el padre Jordi: nos quedábamos perplejos de ver como ese sacerdote hablaba con tanto amor, de la Virgen María, con qué fe tan profunda le pedía.
Quiero mencionar un momento muy importante en mi vida que me sucedió con este sacerdote. Unos años más adelante tuve eso que se dice una crisis de fe. Incluso estuve un tiempo sin ir a Misa, no quería saber nada con la Iglesia…me aparté, disfrutaba con la novia, me iba de juerga y dejé de lado toda mi infancia y adolescencia…Un día no recuerdo porqué, me encontraba tan mal, eso sí lo recuerdo, que necesitaba encontrar mi camino. Me sentía perdido, vacío…había hecho muchas cosas ese tiempo, pero ninguna me llenaba. Un día me armé de valor y me fui a confesar a Betania. Estaba confesando el padre Jordi. Yo hacía como un año que no me había acercado por allí…me daba una mezcla de miedo, respeto, confusión, guerra conmigo mismo: entro o no entro. Al final entré, me puse de rodillas ante aquel sacerdote y cuando me disponía a hacerme violencia para contarle todos mis pecados o lo que me preocupaba..el padre Jordi hizo algo que jamás me hubiera esperado. Apoyó mi cabeza en su pecho, junto a una cruz muy grande que llevaba colgada del pecho (de los misioneros) y me susurro: Dios te quiere mucho, estaba deseando que vinieras. Y no me dejó decir nada. Me dijo: léete la parábola de hijo pródigo, me dio la absolución, me dijo que le rezara a la Virgen y que marchara en paz. Salí de allí con una sensación que no soy capaz de transmitiros, me faltaban unos cuantos centímetros para que mis pies tocasen el suelo, me sentía amado, perdonado, readmitido…Cuánto bien hizo en mi ese sacerdote. Cuando leo algo del Papa actual Francisco, sobre la misericordia, recuerdo ese día. Quién soy yo para criticar o juzgar a los demás. Yo recibí un abrazo en un momento en el que me esperaba un castigo o una regañuza y eso deberíamos hacer todos: Abrazar, comprender, amar.
Misericordia es  compadecerse de los demás, compadecerse es compartir y compartir es dividir y repartir. Eso es lo que me pasó a mí y eso me gustaría yo a hacer a los demás.
Voy a confesaros algo. En un momento de mi adolescencia, me llegué a plantear si quería ser sacerdote. Yo me decía a mí mismo: la obediencia la llevo regulin, creo que me gustaría ser padre, la pobreza no sé cómo la llevaría. Qué hacer? Por entonces el padre Navarro venía a celebrar la Misa de 7,45h de la mañana y yo antes de irme al cole, me levantaba, me peinaba y me iba a ayudar de monaguillo, luego desayunaba y luego al cole. Me encantaba hacerlo, qué queréis que os diga. Un día le explique mi inquietud y me propuso ir una Semana Santa a un seminario menor en un pueblo que se llama Ontaneda, en Santander. Lo consulté con mis padres, me dejaron ir y junto a mi amigo Johny y Manolo Querol nos fuimos los tres, a ver si teníamos o no vocación. Qué viaje más bonito. Íbamos en coche, uno americano, una marca rara, comimos en Burgos, la mejor sopa castellana que haya probado, churros en Santillana del Mar… Y llegamos a Ontaneda.
Era como un palacio del siglo XIX, grandioso, o eso me pareció a mí, tenía unas escaleras de película. Los jardines eran enormes, con piscinas, con chorros de agua, con campos de fútbol, con árboles gigantes. Los alrededores eran verdes, tan verdes que dolía la vista. Típico paisaje de Santander. Llegamos de noche, nos acogieron muy bien y fuimos a cenar.
Nos separaron a los tres y nos pusieron en mesas separadas con otros chavales. Yo con la simpatía que me caracteriza, empecé a hablar con todos y notaba que nadie me contestaba, estarían enfadados conmigo por algo? Eran tímidos? Pues ninguna de esas razones. Era simplemente que al empezar la cena durante un rato había silencio, mientras un chico iba leyendo un libro de vidas de santos o la Biblia. Me quedé muerto. Primera metedura de pata. Llegó la hora de dormir. Me explicaron que por decoro ya que todos dormíamos en una mega sala, había que ponerse el pijama dentro de la cama. No sé si alguno de vosotros ha intentado semejante hazaña. A oscuras, dentro de la cama, sin práctica…..el resultado fue que dormí toda la primera noche con una sola pata del pijama puesta. La otra no fui capaz de encontrarla. A la mañana siguiente, un sacerdote encendió todas las luces de golpe, he iba recitando jaculatorias, a las cuales había que responder, mientras te cambiabas el pijama dentro de la cama, saltabas de ella y la estirabas… Jolin que estrés!!!!! Era imposible llegar a la fila en el tiempo que pedían. Luego, desayuno, jugar a fútbol, estudiar, aprender canto con el padre Cipriano, un sacerdote de 2 metros, y demás actividades propias de Semana santa.
He de decir que en esa época del año en Ontaneda hacía una rasca importante. Escarchaba por las noches. Y muchos días pretendían que nos bañásemos en una piscina de agua sulfurosa, agua caliente con un olor a huevos podridos que tira para atrás. Nosotros tres que no éramos chicarrones del norte, nos disculpamos diciendo que estábamos resfriados.
Si cierro los ojos, veo ese cielo lleno de estrellas, las montañas, la hierba tan verde, me sentía como Heidi. El olor a los “sobaos” una especie de bizcocho de mantequilla que se derretía en la boca, que cosa más buena.
Pero de vocación, por ahora nada de nada. Pasaron los días y nos volvimos para Barcelona, con un buen sabor de boca, pero con la idea clara que aquello, por lo menos para mí, no era mi camino.
Me he ido un poco del tema, pero quería compartir con vosotros esta parte de mi vida que nació en Betania.

Doy un salto de unos años que estuve ausente de Betania por diversos motivos que no me acuerdo o no quiero acordarme, jeje, memoria selectiva le llaman. Me fui a buscar otros horizontes. Estuve en varias parroquias, colaborando, ayudando, montando grupos de niños y jóvenes. Siempre currando y con mi guitarra debajo del brazo nunca mejor dicho. Pero aquí que un día en una conversación con la madre Montserrat, decidimos volver otra vez a Betania. Era ya la segunda. Todo volvía a ser como antes, pero con un cambio muy importante. Que yo volvía casado y con un niño pequeño. Y aquí seguimos todavía hoy, después de otros 13 añitos, cantando, ayudando lo que podemos, poniéndonos en manos de las hermanas para ser unos miembros más de esa comunidad. He tenido mucho trato con varias hermanas. Pero he de hacer hincapié en la madre Montserrat. Me conoce hace tantos años, que me conoce perfectamente. Siempre ha estado a mi lado cuando la he necesitado. Me ha dado muy buenos consejos, he disfrutado de largas charlas. Trabajamos con ella en varias actividades, que pensamos pueden ser bueno para todos los que allí vamos. Nos sentimos muy agusto, tenemos esa sensación tan buena de que vamos con la disposición de ayudar, no de imponer nuestras cosas, con la madre Montserrat nos pasa lo mismo. Jamás hemos notado ningún tipo de imposición. Hablamos la idea, la maduramos y si está de Dios, la hacemos. Nos ha abierto, el convento como si fuese nuestra casa. Por segunda vez volvía como el Hijo pródigo. Habrá una tercera? Quién sabe!
Dejadme que recuerde aquí a la hermana Eva. era de las más jóvenes. tocaba la guitarra y llevaba la catequesis del colegio. Con ella en los últimos años también tuvimos mucho contacto. Me dejaba la guitarra para que se la afinase. en al MIsa del gallo y en la Misa de Pascua, era famosa por su alegría. En Navidad se sentaba con nosotros a tocar la pandereta y en la Misa de Resurrección tocaba las palmas con una alegría contagiosa. Tuvimos muchas ocasiones de reír con ella y de cantar. Tristemente enfermó. Un cáncer la fue apagando poco a poco. con qué cariño la cuidaron las hermanas de Betania. Cuanto se sacrificaron por ella, ese tiempo, dormir poco, intentado darle paz para asumir su enfermedad. Todos rezamos para que fuese la voluntad de Dios, el mejor que nosotros sabe lo que conviene aunque no nos entre en esta cabezota tan dura. Al final el señor se la quiso llevar, los que estaban con ella en esa hora dicen que dulcemente.
Qué cantidad de gente pasó por su capilla ardiente. Allí en su ataúd en una de las capillas de Betania. Junto con su familia le hicimos a Misa de cuerpo presente. Yo con el permiso de su hermana y de las hermanas de Betania toque con su guitarra, aquella que tantas veces afiné y que me recordaba en esa hora, lo bien que tenemos que afinar nosotros nuestra vida para un buen morir y una vida eterna.

Ha pasado de estos hechos casi un año,  aquí seguimos, en nuestra segunda casa, con las personas que queremos, cada domingo veo allí a mis padres, a mis amigos y a tantas y tantas personas que me importan y nos sentimos arropados y felices de seguir trabajando en la viña del Señor.

Ahora cantamos y tocamos la guitarra los tres, sí, mi hijo también nos acompaña con su guitarra y sus 14 añazos.

BETANIA: Lugar de reposo, de consuelo, de paz y serenidad para Jesús y para todo el que quiera ir.

Permitirme un homenaje a tantas personas que han estado con nosotros y ya no están. Se les nota a faltar y todas y cada una de ellas dejan una impronta en nosotros

martes, 11 de abril de 2017




SI LEÉIS ESTE BLOG EN EL MÓVIL IR ABAJO DEL TODO Y LEERLO EN FORMATO WEB, DE ESTA FORMA VERÉIS ALGUNA FOTITO Y ALGUN ENLACE. GRACIAS