viernes, 14 de abril de 2017

    BETANIA, MI SEGUNDA CASA
Voy a coger otro vuelo e ir a buscar mis raíces. Y una parte importantísima de mi vida es Betania. Para los que no lo conozcáis, Betania es un convento de monjas, Misioneras Hermanas de Betania. Tienen también un colegio a su cargo y, justo al lado, un pequeño convento. Un Oasis en medio de la ciudad.
Está rodeado de jardines, árboles y una representación de la gruta de la Virgen de Lourdes. Un remanso de paz, un silencio que sorprende, en medio de una gran ciudad como Cornellá.
Hace la friolera de 40 años, un día fuimos toda mi clase allí, a la Misa funeral del padre de un compañero. Era la primera vez que entraba allí. Una capilla pequeñita, pintada de blanco, apenas unos bancos y eso si mucha naturaleza.
Yo vengo de una familia católica y practicante. Todos los domingos íbamos juntos a Misa, en la parroquia Virgen del Pilar de Cornellá. Desde que llegamos a esta población, empezamos a ir allí, con el padre Francisco y el padre Esteban. Aquí hice mi catequesis de primera comunión y aquí recibí mi Sacramento. Fueron unos años muy bonitos, era una parroquia con mucho movimiento, el padre Esteban cuando acababa la Misa, salía y siempre cogía  gente para organizar cosas o los liaba para que se ocuparan de otras: limpieza, catequesis, castañadas, reunión de señoras…y un largo etcétera. Todo iba bien, hasta que el  padre Esteban marchó de misiones a Puerto Rico. Cuando volvió recuerdo una recogida de firmas para que no lo cambiasen de parroquia, pero al final lo destinaron a otra
No recuerdo muy bien el porqué, pero al poco tiempo dejamos de ir a esa iglesia y empezamos a ir a Misa a Betania.
Las monjas eran muy buenas, acogían a todos, como en el pasaje de la Biblia de Betania. Tenían un huerto grandísimo, donde plantaban de todo, tomates, judías verdes, lechugas, patatas, etc… Un gallinero donde tenían gallinas, gallos, conejos y patos. Cogían de todo para sus necesidades diarias y también vendían a tiendas cercanas para sacarse un dinerito que no les iba mal.
Tenían una pista de baloncesto de tierra, con dos canastas que a mí me parecían altísimas…
Aquí empezó mi andadura por esta casa. Íbamos unos amigos y yo a ayudar en las tareas del huerto con la hermana Esperancita, poníamos cañas, recogíamos lechugas…y lo más importante para nosotros: nos llevaba al comedor del convento y nos invitaba a unos canapés y unos refrescos…Nos sabían a gloria, además, lo más inquietante para nosotros era ver una puerta que ponía Claustro y por la que no entraba nadie que no fuesen las propias hermanas. Qué misterioso nos parecía todo. La merienda y las bebidas nos las daban a través de un torno, ese instrumento que da vueltas y comunica la cocina con el comedor….y no veíamos a nadie. Era una intriga tras otra. Cuando uno es pequeño, todo le parece grande. Aquelos pasillos iluminados sólo por una luz tenue. el sonido de las hermanas rezando vísperas. La hermana Mª Antonia tocando el órgano. A su vez la hermana Esperancita nos enseñó a hacer de monaguillos. Nos aprendimos todos los nombres de las cosas, el Cáliz, el Copón, el cíngulo, cuántas cosas nuevas y qué ilusión nos hacía.
Estábamos deseando que llegase el momento de ir allí. Qué bien lo pasábamos. Todo era nuevo para nosotros, todo bueno, las hermanas nos trataban con un afecto increíble, nos sentíamos importantes.
Aquí empezó mi andadura de monaguillo, los Domingos a las 12h, los Sábados a las 19,30h, no me importaba en cuántas Misas estaba, me sentía útil, me sentía tan bien con tan poco y con tan mucho…estaba siempre en el Altar, cerca de Jesús Eucaristía..
Todo no era tan..digamos….perfecto. también hacía alguna trastada. Nunca había probado ese vino que el sacerdote convertía en la sangre de Cristo. Que curiosidad saber a qué sabía. Una tarde mientras nos preparamos, para una misa y en un descuido de las hermanas, mis amigos y yo le dimos un sorbo al vino. Era dulce, muy agradable. nos quedamos con la sensación de probar el vino celestial. Como fue un sorbo no nos impidió hacer nuestras tareas.
En Betania, siempre ha habido sacerdotes muy buenos, yo recuerdo con muchísimo cariño al padre Jiménez, al padre Jordi y al padre Navarro.
Que sacerdotes más buenos, ojalá hubiese muchos como ellos, eran un ejemplo para cualquier persona que los conociesen.
El padre Jiménez era mi confesor y la persona que me guiaba, cuántas conversaciones con él, cuántos consejos…me dio muchos, pero hay uno que no he olvidado jamás. Le pregunté: Padre en caso de una discusión, en la que los dos tienen su razón y se enfadan por ello, quién tiene que ir primero a pedir perdón? Me contesto con ese cariño que le caracterizaba: “ NO IMPORTA QUIÉN TIENE MÁS RAZÓN. SI POR IMPONERLA HIERES A ALGUIEN, ES QUE NO HAS SABIDO TRANSMITIRLA BIEN. PIDE TÚ PERDÓN PRIMERO, COMO DECÍA  SAN AGUSTÍN: AMA Y HAZ LO QUE QUIERAS”.
Otro recuerdo es que siempre lo veía con su sotana remendada y sus zapatos envejecidos. las hermanas y algún feligrés le regalaba unos zapatos o le regalaban una sotana, era feliz con lo poco que tenía.
Cómo no voy a estar enamorado de Dios. He tenido a mi lado tanta y tanta gente buena, sencilla, tan espiritual que transmitían esa fe de una manera que es imposible no impregnarte de ella.
Recuerdo Semanas Santas, procesiones, Semanas Marianas del mes de Mayo con el padre Jordi: nos quedábamos perplejos de ver como ese sacerdote hablaba con tanto amor, de la Virgen María, con qué fe tan profunda le pedía.
Quiero mencionar un momento muy importante en mi vida que me sucedió con este sacerdote. Unos años más adelante tuve eso que se dice una crisis de fe. Incluso estuve un tiempo sin ir a Misa, no quería saber nada con la Iglesia…me aparté, disfrutaba con la novia, me iba de juerga y dejé de lado toda mi infancia y adolescencia…Un día no recuerdo porqué, me encontraba tan mal, eso sí lo recuerdo, que necesitaba encontrar mi camino. Me sentía perdido, vacío…había hecho muchas cosas ese tiempo, pero ninguna me llenaba. Un día me armé de valor y me fui a confesar a Betania. Estaba confesando el padre Jordi. Yo hacía como un año que no me había acercado por allí…me daba una mezcla de miedo, respeto, confusión, guerra conmigo mismo: entro o no entro. Al final entré, me puse de rodillas ante aquel sacerdote y cuando me disponía a hacerme violencia para contarle todos mis pecados o lo que me preocupaba..el padre Jordi hizo algo que jamás me hubiera esperado. Apoyó mi cabeza en su pecho, junto a una cruz muy grande que llevaba colgada del pecho (de los misioneros) y me susurro: Dios te quiere mucho, estaba deseando que vinieras. Y no me dejó decir nada. Me dijo: léete la parábola de hijo pródigo, me dio la absolución, me dijo que le rezara a la Virgen y que marchara en paz. Salí de allí con una sensación que no soy capaz de transmitiros, me faltaban unos cuantos centímetros para que mis pies tocasen el suelo, me sentía amado, perdonado, readmitido…Cuánto bien hizo en mi ese sacerdote. Cuando leo algo del Papa actual Francisco, sobre la misericordia, recuerdo ese día. Quién soy yo para criticar o juzgar a los demás. Yo recibí un abrazo en un momento en el que me esperaba un castigo o una regañuza y eso deberíamos hacer todos: Abrazar, comprender, amar.
Misericordia es  compadecerse de los demás, compadecerse es compartir y compartir es dividir y repartir. Eso es lo que me pasó a mí y eso me gustaría yo a hacer a los demás.
Voy a confesaros algo. En un momento de mi adolescencia, me llegué a plantear si quería ser sacerdote. Yo me decía a mí mismo: la obediencia la llevo regulin, creo que me gustaría ser padre, la pobreza no sé cómo la llevaría. Qué hacer? Por entonces el padre Navarro venía a celebrar la Misa de 7,45h de la mañana y yo antes de irme al cole, me levantaba, me peinaba y me iba a ayudar de monaguillo, luego desayunaba y luego al cole. Me encantaba hacerlo, qué queréis que os diga. Un día le explique mi inquietud y me propuso ir una Semana Santa a un seminario menor en un pueblo que se llama Ontaneda, en Santander. Lo consulté con mis padres, me dejaron ir y junto a mi amigo Johny y Manolo Querol nos fuimos los tres, a ver si teníamos o no vocación. Qué viaje más bonito. Íbamos en coche, uno americano, una marca rara, comimos en Burgos, la mejor sopa castellana que haya probado, churros en Santillana del Mar… Y llegamos a Ontaneda.
Era como un palacio del siglo XIX, grandioso, o eso me pareció a mí, tenía unas escaleras de película. Los jardines eran enormes, con piscinas, con chorros de agua, con campos de fútbol, con árboles gigantes. Los alrededores eran verdes, tan verdes que dolía la vista. Típico paisaje de Santander. Llegamos de noche, nos acogieron muy bien y fuimos a cenar.
Nos separaron a los tres y nos pusieron en mesas separadas con otros chavales. Yo con la simpatía que me caracteriza, empecé a hablar con todos y notaba que nadie me contestaba, estarían enfadados conmigo por algo? Eran tímidos? Pues ninguna de esas razones. Era simplemente que al empezar la cena durante un rato había silencio, mientras un chico iba leyendo un libro de vidas de santos o la Biblia. Me quedé muerto. Primera metedura de pata. Llegó la hora de dormir. Me explicaron que por decoro ya que todos dormíamos en una mega sala, había que ponerse el pijama dentro de la cama. No sé si alguno de vosotros ha intentado semejante hazaña. A oscuras, dentro de la cama, sin práctica…..el resultado fue que dormí toda la primera noche con una sola pata del pijama puesta. La otra no fui capaz de encontrarla. A la mañana siguiente, un sacerdote encendió todas las luces de golpe, he iba recitando jaculatorias, a las cuales había que responder, mientras te cambiabas el pijama dentro de la cama, saltabas de ella y la estirabas… Jolin que estrés!!!!! Era imposible llegar a la fila en el tiempo que pedían. Luego, desayuno, jugar a fútbol, estudiar, aprender canto con el padre Cipriano, un sacerdote de 2 metros, y demás actividades propias de Semana santa.
He de decir que en esa época del año en Ontaneda hacía una rasca importante. Escarchaba por las noches. Y muchos días pretendían que nos bañásemos en una piscina de agua sulfurosa, agua caliente con un olor a huevos podridos que tira para atrás. Nosotros tres que no éramos chicarrones del norte, nos disculpamos diciendo que estábamos resfriados.
Si cierro los ojos, veo ese cielo lleno de estrellas, las montañas, la hierba tan verde, me sentía como Heidi. El olor a los “sobaos” una especie de bizcocho de mantequilla que se derretía en la boca, que cosa más buena.
Pero de vocación, por ahora nada de nada. Pasaron los días y nos volvimos para Barcelona, con un buen sabor de boca, pero con la idea clara que aquello, por lo menos para mí, no era mi camino.
Me he ido un poco del tema, pero quería compartir con vosotros esta parte de mi vida que nació en Betania.

Doy un salto de unos años que estuve ausente de Betania por diversos motivos que no me acuerdo o no quiero acordarme, jeje, memoria selectiva le llaman. Me fui a buscar otros horizontes. Estuve en varias parroquias, colaborando, ayudando, montando grupos de niños y jóvenes. Siempre currando y con mi guitarra debajo del brazo nunca mejor dicho. Pero aquí que un día en una conversación con la madre Montserrat, decidimos volver otra vez a Betania. Era ya la segunda. Todo volvía a ser como antes, pero con un cambio muy importante. Que yo volvía casado y con un niño pequeño. Y aquí seguimos todavía hoy, después de otros 13 añitos, cantando, ayudando lo que podemos, poniéndonos en manos de las hermanas para ser unos miembros más de esa comunidad. He tenido mucho trato con varias hermanas. Pero he de hacer hincapié en la madre Montserrat. Me conoce hace tantos años, que me conoce perfectamente. Siempre ha estado a mi lado cuando la he necesitado. Me ha dado muy buenos consejos, he disfrutado de largas charlas. Trabajamos con ella en varias actividades, que pensamos pueden ser bueno para todos los que allí vamos. Nos sentimos muy agusto, tenemos esa sensación tan buena de que vamos con la disposición de ayudar, no de imponer nuestras cosas, con la madre Montserrat nos pasa lo mismo. Jamás hemos notado ningún tipo de imposición. Hablamos la idea, la maduramos y si está de Dios, la hacemos. Nos ha abierto, el convento como si fuese nuestra casa. Por segunda vez volvía como el Hijo pródigo. Habrá una tercera? Quién sabe!
Dejadme que recuerde aquí a la hermana Eva. era de las más jóvenes. tocaba la guitarra y llevaba la catequesis del colegio. Con ella en los últimos años también tuvimos mucho contacto. Me dejaba la guitarra para que se la afinase. en al MIsa del gallo y en la Misa de Pascua, era famosa por su alegría. En Navidad se sentaba con nosotros a tocar la pandereta y en la Misa de Resurrección tocaba las palmas con una alegría contagiosa. Tuvimos muchas ocasiones de reír con ella y de cantar. Tristemente enfermó. Un cáncer la fue apagando poco a poco. con qué cariño la cuidaron las hermanas de Betania. Cuanto se sacrificaron por ella, ese tiempo, dormir poco, intentado darle paz para asumir su enfermedad. Todos rezamos para que fuese la voluntad de Dios, el mejor que nosotros sabe lo que conviene aunque no nos entre en esta cabezota tan dura. Al final el señor se la quiso llevar, los que estaban con ella en esa hora dicen que dulcemente.
Qué cantidad de gente pasó por su capilla ardiente. Allí en su ataúd en una de las capillas de Betania. Junto con su familia le hicimos a Misa de cuerpo presente. Yo con el permiso de su hermana y de las hermanas de Betania toque con su guitarra, aquella que tantas veces afiné y que me recordaba en esa hora, lo bien que tenemos que afinar nosotros nuestra vida para un buen morir y una vida eterna.

Ha pasado de estos hechos casi un año,  aquí seguimos, en nuestra segunda casa, con las personas que queremos, cada domingo veo allí a mis padres, a mis amigos y a tantas y tantas personas que me importan y nos sentimos arropados y felices de seguir trabajando en la viña del Señor.

Ahora cantamos y tocamos la guitarra los tres, sí, mi hijo también nos acompaña con su guitarra y sus 14 añazos.

BETANIA: Lugar de reposo, de consuelo, de paz y serenidad para Jesús y para todo el que quiera ir.

Permitirme un homenaje a tantas personas que han estado con nosotros y ya no están. Se les nota a faltar y todas y cada una de ellas dejan una impronta en nosotros

martes, 11 de abril de 2017




SI LEÉIS ESTE BLOG EN EL MÓVIL IR ABAJO DEL TODO Y LEERLO EN FORMATO WEB, DE ESTA FORMA VERÉIS ALGUNA FOTITO Y ALGUN ENLACE. GRACIAS