LA
MELODÍA DE MI VIDA: MI GUITARRA
Una parte
importantísima en mi vida ha sido la música. A la edad de 16 años un vecino de
Alamillo, conocido de mis padres y de mi tío, me propuso que tocara algún
instrumento. Mi madre ya lo había intentado antes, teníamos un conocido que era
profesor de piano en el conservatorio y le propuso que me enseñara. Yo a la
edad de 14 ó 15 años no estaba preparado para eso….me parecía aburridísimo, el
señor tocaba el piano perfectamente, pero a mí aquella música tan bien tocada
no me decía nada...no me llegaba…Inculto que es uno y más a esa edad que yo
sólo pensaba en el futbol y pasármelo bien.
Pero mira
tú por donde, mi paisano, que se llamaba Marchena y que era músico y creo que
director de la banda de música que había en Alamillo, me propuso que por qué no
aprendía a tocar la guitarra. Dicho y hecho, mi tío Cirilo que tiene el monedero del mismo tamaño que su
corazón, grande, me metió en un Renault 5 junto a mi paisano Marchena y nos fuimos
los tres a Barcelona en busca de la guitarra. Recuerdo que nos llevó a una
tienda que aún existe, creo que se llama La Clave de Sol, y me compró mi
primera guitarra, su funda y un libro rojo con la metodología para aprender a
tocarla con acordes y con cifra y, lo más importante para mí, sin solfeo.
Recuerdo aquella primera guitarra como olía a una mezcla de madera y cola. Las
cuerdas eran para mí una cosa que no tenía sentido ninguno, unas más finas,
otras más gordas. Las tocaba y el sonido la verdad es que incluso no me era
demasiado agradable.
¡¡¡Qué
tarde pasé!!! No era capaz de sacarle un buen sonido a aquella guitarra ni
muerto, me dolían los dedos, el FA ¡¡¡que difícil!!! Creo que ensayé unas
horitas y la dejé por imposible ese día. No recuerdo bien, pero mis padres y
hermanas tuvieron que sufrir mucho mis ensayos constantes
Esta es
una constante en mi vida, me ilusiono por algo, lo cojo pensando que será fácil
y cuando veo la realidad, se me hace cuesta arriba seguir…¡que inconstante!
Cuantas veces nos pasa eso, vivimos de pasiones, de sueños, pero cuando la
realidad nos pone en nuestro sitio, cuando hay que demostrarnos a nosotros mismos
que podemos continuar…cuántos bajones, cuántas deserciones: de responsabilidad,
de compromiso. Pero cuánto aprendizaje en todo esto.
Seguí
intentando tocar la guitarra, veía a
amigos míos tocar y,mee parecía tan bonito, que seguí un poco más….
He de
hacer un agradecimiento en este momento a mi familia. Me aguantó tanto…hasta el
punto, un poco escatológico he de decir, que me dio por ensayar en el lavabo.
Lo sé, lo sé, qué poco romántico, pero oye, esa resonancia, ese eco…no lo
encontraba en ninguna otra parte. Qué paciencia: ¡¡¡Miguel sal ya!!! ¡¡¡Que
tenemos que entrar los demás!!! Y yo entregado a mis cosas…de guitarra claro.
Entonces
yo me movía dentro de un grupo católico (Fordis) al cual dedicaré un capítulo
más adelante, había varias personas que tocaban la guitarra en las actividades,
en asilos, en Misa y yo quería ser como ellos. Un día Manolo Espinosa, un
paisano del pueblo y un amigo dentro del grupo, nos propuso enseñarnos a mí y a
otro amigo mío. Nos daba unas pautas a seguir, y nosotros dos, cada tarde que
podíamos, quedábamos para ensayar lo que Manolo nos había enseñado. Poco a poco,
aquella guitarra empezaba a no sonar tan mal…Empezamos a tocar nuestras
primeras canciones, muy sencillas, pero a mí me parecía maravilloso poderlas
interpretar. Me iba solo a Betania por las tardes al lado de la gruta de la
Virgen y allí me pasaba horas tocando, dándoles la paliza a las pobres Hermanas
Misioneras de Betania. Más adelante hablaré de ellas.
Iban pasando los años y la guitarra se
convertía en un apéndice más de mi cuerpo. Me la llevaba a todas partes:
excursiones, actividades, vacaciones. A todos lados. Empecé a tocar en las
Misas de Betania, componía mis primeras canciones, en fin, miles de anécdotas
con mi fiel compañera.
Un día
por la tarde de esas tardes que yo dedicaba en mi soledad a cantar, (me gustaba
ir a Betania, sentarme en el coro y con la acústica de aquella capilla, a solas
con Dios, hacía un buen rato de oración cantada) decidí que mi música, la que
yo interpretaba, no se podía quedar en un simple hobbie, en un simple
pasatiempo y, desde aquel día, le prometí a Jesús allí, de rodillas ante aquel
sagrario, que mi música sería para hacer el bien a los demás.
Y eso he
intentado e intento hasta el día de hoy. No soy un gran guitarrista, no soy un
gran cantante, eso sí, soy todo corazón en lo que canto. Sea el estilo que sea
y esté donde esté.
Lo doy
todo, es mi manera de decirte que deseo que te sientas bien, que tengas paz,
que Dios te cuide y te guie.
En uno de
los múltiples coros que he formado, les explicaba lo importante de transmitir. Tú
puedes ser perfecto en la ejecución, das todas las notas perfectamente, el
tempo, los silencios, todo al milímetro, pero si no le pones corazón, es frío
como el hielo. Sin embargo, si tú pones todo tu cariño a esas notas, puede que
alguna no esté perfectamente ejecutada, pero deja un bienestar en tí y en los
demás que pocas cosas como esa te hará estremecerte tanto. A quién no se le
pone la piel de gallina con una canción, o vive un momento en que parece que
flota.
Mi
experiencia me dice que uno transmite de lo que está lleno. Y ojalá sea eso mi
vida. Saber transmitir todo lo bueno que siento, todo el bien que me gustaría
hacer por los demás. Transmitir mis
vivencias de tantas y tantas equivocaciones y meteduras de pata por mi parte,
pero también de tantas y tantas cosas bonitas que me pasan. Mi mujer, mi hijo,
mi familia, vosotros mis amigos, la cantidad de personas que voy conociendo y
que me enriquecen cada día.
Quiero volver a la melodía de mi vida. He
pasado tan buenos momentos junto a mi guitarra que serían incontables e
impagables. Horas y horas ensayando, enseñando a otros como a mí me enseñaron,
cantando desde gregoriano, pasando por el toro enamorao de la luna, canciones
de tuna, y un sinfín de letras y melodías.
También
he sido capaz de querer tanto a mi guitarra, que un día por la noche un chico
que iba por la calle me la pidió para tocarla y yo me negué a dejársela, quién
era ese tío, con ese descaro. Resulta que no le quise dejar la guitarra a uno
de los hermanos del dúo “Estopa”.
Otra
persona que ha marcado mucho mi amor por la guitarra y la música ha sido Manuel
Ángel. Manuel, es una persona que coge una guitarra y es capaz de animar al más
depresivo. Qué tardes en su casa, cantando, buscando melodías, coros, segundas
voces…..que bien lo pasábamos. De él he aprendido casi todo lo que sé.” Niño,
vamos a darlo todo” me decía. Sólo con mirarnos sabíamos que tenía que cantar
cada uno, tiene un oído prodigioso, capaz de escuchar a 15 personas cantando y
saber qué tiene de bueno y malo la voz de cada uno. Si tuviese que resumir en
algunas palabras a Manuel Ángel sería: sensibilidad a flor de piel.
Capítulo
aparte tiene un proyecto que se hizo realidad el año 1996. Llevaba ya unos años
cantando en la tuna del club Fordis y me lo pasaba en grande, me gustaba lo que
provocaba en las personas y junto con Javier Gascón y Cecilio decidimos crear
una propia tuna para dedicarla a pasárnoslo bien y hacerlo pasar bien a todos,
los fines de semana. Nos cogimos nuestros instrumentos y nos fuimos a unos
bares a Castelldefels a cantar sentados mientras que tomábamos algo. Mucha
gente se paraba para escucharnos y se sentaban en la terraza de aquel bar y
cantaban con nosotros. El dueño del bar encantado nos invitaba a lo que
quisiéramos y nos animaba a ir cuando quisiésemos.. Pensamos: vamos a hacer
unas tarjetas de visita y las vamos dando…. Y pusimos el proyecto de la tuna en
manos de Dios.
Eso sí
como dice el refrán: “A Dios rogando pero con el mazo dando” ensayábamos dos veces en semana en el colegio
de Betania, escuché cintas y cintas de cassette, (para los más jóvenes, era un
artilugio de mi época dónde se grababa la música) para buscar las canciones más
bonitas, copiar letras, etc.
Una
verdadera currada. Hicimos como unas pequeñas normas, los tunos fundadores. Por
ejemplo: no podíamos beber alcohol con el traje de tuno, en las actuaciones
teníamos que ser simpáticos, pero no groseros, entregarnos a tope “sudar el
traje”, participar de los ensayos….y unas cuantas más.
Mientras,
conocí a Elsa, una señora del barrio, que casualidad, bueno no creo en las
casualidades, era modista, tenía un taller de diseño de ropa. Le propuse si
podría hacernos unos trajes de tuno, baratitos, ya que ninguno de nosotros
estaba demasiado boyante de dinero.
La
propuesta por parte de Elsa fue que si nosotros comprábamos la tela ella nos
los haría muy baratitos. Y ahí empezó mi vena de comprador de telas y
pasamanería. Recorrí unas cuentas tiendas al por mayor y al final compramos las
telas y demás y así Elsa, pudo confeccionarnos nuestros trajes de tuno, negro y
verde.
Las
tarjetas anteriormente repartidas empezaron a hacer efecto. Nos llamaban para
cantar en cumpleaños, en despedidas de soltera, en fiestas de barrios, etc.
¡¡Anda
que no rondamos a novias!!…íbamos con el novio la noche antes de la boda a su
casa y, por sorpresa, empezábamos a cantar debajo de su ventana, balcón,
terraza o en algún caso debajo de un 8º
piso (qué gritos para que nos oyeran cantar) y siempre hacíamos dos cosas muy
características en nuestras rondas: el novio salía por sorpresa y regalaba un
ramos de flores a su prometida, y nuestra canción de “Elsa” rodeando a la novia
con una capa de tuno puesta, nosotros
arrodillados en círculo y ella en medio. Se sentían en la gloria, según nos
confesaban. Cuántas parejas llorando de emoción, cuánto amor verdadero vimos.
Nos
juntábamos en una cafetería de Cornellá (Dolç) y allí calentábamos motores,
dispuestos para nuestras primeras actuaciones… Nuestro nombre primero fue la
Tuna trovadores, éramos tres, luego cuatro, cinco, y así hasta 12 personas, que
fue al máximo que llegamos…. Todos los que la formamos decimos lo mismo, cuánto
bien hicimos y cuánto nos ayudó a nosotros. Uno de nosotros, al cual no
nombraré, pues no le he pedido permiso, nos confesó que gracias al dinerillo
que iba sacando pudo pagar los pañales de su hija. Otro, tampoco nombro por lo
mismo, venía de pasar una época fuera de su entorno, probando en otros
menesteres y cuando volvió, un poco desubicado, la tuna lo acogió y creo que
también le ayudó.
Como
buenos tunos cada uno tenía un nombre de guerra, José Luis Gascón “ Pepo”, nos
ponía los motes: “ Marmo” por marmota, uno que dormía mucho,”Lucho”, “Céspedes”
que era jardinero, etc. Y yo, “Tutto Morricone”,
cosas del “Pepo”.
Cobrábamos
muy poco dinero por actuación y así podíamos seguir haciendo más trajes,
comprábamos instrumentos y teníamos nuestros gastos cubiertos, pero sudábamos
tinta en cada actuación. Empezábamos los Viernes por la tarde y acabábamos a
las tantas y el Sábado por la noche otra vez. Siempre respetuosos con todos,
siempre alegres...llegamos a cortar calles por la policía, todos los vecinos
bailando, despertábamos a urbanizaciones enteras contratados por el
ayuntamiento, concluimos un congreso médico en Vic, y así cientos y cientos de
actuaciones en las que en todas, nos daban las gracias por lo bien que les
habíamos hecho sentir. Eureka!! Objetivo conseguido. Utilizar la música para
hacer el bien.
Eran
famosos nuestros brindis, los cuales íbamos aprendiendo de otras tunas o de
gente que nos los enseñaban. Uno era:
Tunos, estamos
todos? ……. Estamos
Cual
caballeros………………….Cumplimos
A las
mujeres……………………. Amamos
Con los
hombres………………...Nos batimos
Tuna
porque el que bebe………se emborracha
El que se
emborracha…………..Duerme
El que
duerme……………………..No peca
El que no
peca………………………Va a al cielo
Puesto
que al cielo vamos………Bebamos, bebamos, bebamos.
Merece la
pena mencionar una actuación en el Hotel El Rancho, una boda como nunca vimos
una. Dos familias enfrentadas, los novios llorando del mal ambiente que había
entre dichas familias, el hombre que nos contrató quería pagarnos y que no
actuáramos porque no estaba seguro qué pasaría. Después de pensar un momento y
hablado con los demás tunos, les propuse que entrásemos e intentásemos hacerles
pasar un buen rato. Total, lo peor que podía pasar es que nos echaran de allí
de alguna manera. Bueno, era una cosa que no nos había ocurrido, un aliciente
más. Con más miedo que vergüenza, me puse el primero, a mi espalda “el marmo”
Javier Gascón, delante el pandereta. Tunos, grité, preparad la canción de “Las
cintas de mi capa” y que sea lo que Dios quiera, ponedle corazón.
Y así
entramos, cantando a voz en grito ante la sorpresa de todos los presentes,
novios incluidos. Acabó la primera canción y… Unos tímidos aplausos, dos o
tres. Tunos a por otra y así iban cayendo una a una varias canciones, ya se
veían volar servilletas, alguno nos acompañaba con palmas… tunos vamos a por la
conga!! Conseguimos ponerlos a todos de pie, Muriana (otro tuno) dirigía la conga, el novio
y la novia le seguían, después los invitados.
Estuvimos
casi 1 hora cantando, nos lo pasamos fenomenal. Al acabar la actuación, los
novios abrazados a nosotros llorando, las familias bailando entre ellos , todos
dándonos las gracias de una manera que no olvidaré jamás mientras viva. Eran
unas gracias, tan sinceras, tan de corazón, que no pudimos más que emocionarnos
nosotros también.
Fue una
inyección de hermosura como hay pocas...sentirte tan bien, haciendo el
bien…..Estábamos destrozados, sudados, habíamos pasado muchos nervios, pero la
cara de aquellos tunos, la mía incluida, merecía todos los sudores del mundo…..
A cosas
como éstas me refiero cuando digo el bien que hicimos. Conocimos a Gloria una
voluntaria de la cruz roja que nos mandaba a cantar a distintos sitios de
personas mayores, discapacitados etc. Qué época más bonita, cuántas sonrisas, cuántos
agradecimientos. Cuántos buenos momentos. En una actuación había una chica
parapléjica, yo veía lo bien que se lo estaba pasando. Al final me acerqué a
ella y mantuve una conversación con
ella, lo que me dijo no se puede pasar por alto.” Por unos momentos, habéis
logrado que no recordase que vivo en una
silla de ruedas, he flotado” qué mejores cosas te pueden pasar en la vida que estos
momentos. Aunque fuese un ratito, sólo a una persona de aquel público a quien
hicimos feliz, ya vale la pena.
Aquí
también he de mencionar lo mucho que se” liga” siendo tuno. Tenía un club de
fans muy considerable, la media de edad era de unos 70 años. Qué abuelas más
buenas…cuantas batallas nos explicaban, MOMENTAZOS para no olvidar.
Han
pasado algunos años desde que decidimos no seguir en nuestra tuna. Nos íbamos
casando, niños, más trabajo, la edad que no perdona… Eso sí, cuando nos vemos,
nos abrazamos como hermanos y es que lo somos de verdad, de corazón.
Eso es
devolverle a la vida lo que la vida te ha dado, o mejor dicho, poner al
servicio de los demás los dones que nos
da Dios.
Ya sé que
nadie me ha pedido el consejo, pero yo os lo voy a dar, soy muy cabezón pero
maravillosamente imperfecto…
Dedicar
la vida haciendo el bien, es lo que más merece la pena. Haz el bien en tu casa,
con los tuyos, ámalos con todo, sus defectos, sus virtudes, ámalos, disfruta de
las personas que te rodean, sonríe, abraza, sé feliz y haz felices a los demás
y cuando acabe cada jornada, da gracias a Dios y respira profundamente, date un
abrazo a tí mismo/misma…eso es un buen pedacito de cielo…y tú te preguntas
dónde está el cielo? En esas cosas. En pasar haciendo el bien.
Un
rinconcito de sinceridad: En todo esto hay un poquito de egoísmo, lo he de
confesar. Me siento tan bien yo haciendo el bien, que no quiero parar. Es un
círculo cerrado: como me siento bien, hago el bien, y viceversa.
“Ama a
Dios por encima de todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Cómo voy
a amar a alguien, si no sé amarme a mí.
Eso ha sido una constante en mi vida, todo lo bueno para los demás y mientras
yo flagelándome de que siempre era poco, de que podía mejorar…puede ser que me
he exigido tanto a mí mismo que en algún
momento me hubiera faltado disfrutar más.
En los
años siguientes he seguido con mi guitarra, acompañando, bodas, comuniones,
celebraciones… He de mencionar a mis gemelitas, Elena y Neus. Dos niñas
adorables que me ayudaban con sus guitarras o con sus flautas o cantando en
muchas de ellas. Ahora, ya adultas las sigo queriendo como si fuesen dos
hermanas y de vez en cuando nos juntamos y seguimos cantando. Y agradecer a
tanta y tanta gente que no sé si cabrían y que por miedo a dejarme alguna
prefiero no nombrar. El grupo Voces Unidas, mis dúos con Javier Gascón
cantando, Anduriña,…
También
me atreví a organizar un coro con los compañeros de trabajo. Como lo leéis.
Muchos no habían cantado así en un coro, pero íbamos quedando en casa con
ellos, ensayábamos, cantábamos, nos lo pasábamos pipa. Hicimos nuestro propio
repertorio. Qué tardes de cantar, bailar y reírnos.
Apenas
llevábamos un tiempo siendo compañeros y nos hicimos inseparables gracias a la
música. Incluso ensayamos y cantamos todos juntos en la comunión de mi hijo
Diego. Que serios estaban, cuantos nervios. Pero lo hicieron genial!!!! Y en la
boda de Muriana!! Aunque ya no seguimos con el coro por distintos motivos,
seguimos siendo compañeros y no podremos olvidar esos momentos, tan buenos para
mí y yo creo que también para ellos.
Actualmente,
estoy dando clases de guitarra, unos 12 o 13 adolescentes y unos 5 o 6 niños y
a Antonia una mujer con mucho tesón. Me ayuda un gran amigo, Juan Carlos Segura
y mi hijo. Si hijo Diego ,que ha decidido tocar también la guitarra y ayuda a
sus amigos a aprender.
Gratis,
por si alguien se quiere apuntar, lo que gratis recibí, gratis lo he de dar...Dándoles
todo lo que yo he recibido estos años. Los miro y me veo yo hace 35 años…35
añazos ya.
Me veo
jubilado, montando un coro de jubilados
cantando villancicos o canciones regionales…jejejeje, se aceptan solicitudes
Ya veis,
en mi cabeza o una gran parte de ella,
está llena de música. Mi hijo Diego dice que siempre tengo una canción para
cada frase que decimos...me tengo que moderar.
Mientras
el cuerpo aguante y la garganta, creo que os seguiré dando la lata: Aquí un
cantarín, aquí un trovador, aquí alguien dispuestos a llenaros el corazón.